No sé si nos hemos dado cuenta hasta qué punto la sociedad nos excluye.
Todo está hecho para el triunfador, para el integrado socialmente, para las personas extrovertidas que no tienen problemas en aparentarlo.
Veamos los anuncios, todos los hombres tienen en torno a treinta años (como mucho), la mujeres lo mismo, todos aparecen rodeados de niños -la familia del buen burgués- y todos, sin excepción, son la idealización del ser humano integrado en el sistema.
Desde los repugnantes anuncios de seguros hasta los de productos de alimentación, pasando por los de automóviles, donde se sublima la competitividad, todo es lo mismo.