Hay una recompensa que la vida siempre paga a todos sin hacer distinciones; cuando todo lo que esperamos no llega. Son las recompensas de la busqueda. Son los tesoros que uno encuentra mientras busca. Son esos instantes en los que uno olvida sus pesares y se siente feliz, completo. Luego puede venir otra vez la desgracia, la sensacion de que a uno le falta algo, pero nada nos puede quitar esos instantes de nuestra memoria. La vida esta hecha de instantes. Esa es la recompensa que la vida nos ofrece a todos por igual. Quizas recibamos la muerte con tristeza u odio hacia la vida, pero en el ultimo instante de nuestras vidas, un instante que no se puede medir, volveremos a nuestro sol interior, aquel mismo sol de felicidad, de gozo, de completitud, que brilló y nos calentó en esos instantes o en ese unico instante especial de nuestras vidas.
Y desapareceremos en una maravillosa explosion de luz y calor. Llevandonos con nosotros nuestros tesoros.