Esta es la historia de dos superaciones, la del que escala las murallas ajenas y la del que derriba las propias, la del respeto propio y la del otro.
como dijo uno lo importante no son las respuesta sino las preguntas, y buscando respuestas me encontré con lo que voy a relatar.
Hace unos cuantos años, casi tantos como pelos en el bigote tiene un liron careto, fui a ver al monje zen Dokusho Villalba que daba una charla en mi ciudad, lo nombro porque quizas los que seais del levante (español) lo conocereis, pues por aquella época dirigía un monasterio en Valencia, que supongo hoy seguirá.
Tras los minutos de cortesía entra en la sala. Ya lo habia visto un par de veces antes. Su aspecto imponía; recio; serio; rapado; con su túnica budista… se sienta en su cojin con las piernas cruzadas, el mentón recogido, un palo de escoba metido por el trasero que lo hace estar mas tieso que un muerto… tras los saludos y bienvenidas comienza su charla; despacio, pausadamente, meditativamente…
No pasan ni 5 minutos cuando de entre el publico un joven de unos 30 años se levanta, balanceandose y con la voz típica del que ha bebido mas de la cuenta hace un comentario-pregunta…
Dokusho responde sin disimular su descontento. No era el momento mas oportuno para preguntar nada… la charla continua.
Pero aquella noche el destino y el monje debían encontrarse y no pasaron ni otros 5 minuto cuando el joven vuelve a levantarse y hace otro comentario-pregunta. Entonces ocurre algo inesperado; Dokusho con voz atronadora grita: FUERA!! FUERA!!... enseguida dos personas invitan al joven a salir de la sala, pero éste permanece sentado. La charla continua.
Transcurren los minutos y el monje continua… tieso, pausado, serio el semblante… no es para menos… y pasan ya 15 o 20 minutos desde el incidente cuando, dando cumplimiento a aquello de que, lo que ha sucedido dos veces seguramente ocurrira de nuevo, el joven vuelve a lenvantarse.
Su boca se abre y de sus labios parecen brotar pétalos sonoros de colores pintados por el mismisimo Buda; Dokusho escucha el sonido y los asistentes giramos la cabeza para mirar como aquel angel parlante dice: “En el budismo tibetano existe la idea de que debemos respetar a todos los seres como si fueran nuestra propia madre, porque en alguna de sus innumerables reencarnaciones han podido serlo…que opina usted de ello?”… Dokusho, mientras su semblante se dulcifica y una mano invisible parece sacarle la escoba de tan indecoroso lugar dandole una postura mas natural, contesta: “estoy completamente de acuerdo” …. y esbozando lo que se supone que era una sonrisa añade: “a la salida nos tomaremos unos whiskies”