- Basta de soñar, - se dijo incorporándose - ella no volverá. Lo sé perfectamente, lo sé como que me llamo Pablo de Kevin Costner y Jesús. - Esto último lo dijo bizqueando un poco los ojos, le pasaba cada vez que recordaba los gustos de su madre- por mucho que la recuerde y pronuncie su nombre ella murió y nada cambiará eso. Y yo no tengo la culpa.
Pero por qué sigo viniendo aquí? soy como el asesino que vuelve a la escena del crimen?
Aún puedo ver las marcas de las ruedas de su coche introduciéndose en el mar en el que desapareció, justo a tres metros de aquí.
Y me repito que yo no tuve nada que ver. Muy bien de acuerdo, quizá no debí dejarla conducir siendo manca y ciega, pero tenía mucha labia, era capaz de convencerme de cualquier cosa.
Cuando la sacaron era un saco abotargado hinchado y amoratado. No pude ni siquiera reconocer el cadáver, pero dije que sí, que era ella, mi pichurri. Quién si no iba a ser, la sacaron de un simca 1000 amarillo pollo, nadie aquí en Santo Tomé conduce un coche igual. Además quién se iba a preocupar de falsificar un accidente así, nosotros no teníamos enemigos...
El terapeuta me ha dicho que salga a respirar un poco, que vuelva a escribir algún artículo y también que tire a la basura todos sus recuerdos. Quizá así deje de vestirme con sus ropas e imitar su voz. Pero no debo preocuparme por esto.
Además es muy tarde, debo irme.-
Pablo se levantó, y comenzó a recoger sus cosas. El mantel de cuadros blancos y rojos, la cesta con miel y magdalenas, su impermeable rojo con capucha.
Luego fue a por la caña e intentó recoger el sedal. Tiró, pero parecía que arrastraba algo - que suerte, creo que picó algo.- pensó. Aún después de todo, Pablo seguía siendo un iluso. Cuando llegó el final del sedal, comprobó que no eran más que algas.
Comenzó a limpiar el anzuelo pero de repente encontró algo. Era una foto. Mojada y arrugada, pero no había duda. Era ella. Su pichurri. Y estaba con alguien que no conocía. Le dio la vuelta y ponía algo:
"Te quiero, Bartolo. Llámame 555-666-777. Ubrique"