Yo, que remuevo mierda y vaya si me encanta, he visto grabaciones por allí tus tierras de mochuelos que han sido ajusticiados por turbas furiosas tras cometer adulterios o salidas de tono deshonrosas. He visto muchedumbres de docenas de personas apalear a niños por realizar tocamientos obscenos a castas señoritas, he visto ajustes de cuentas entre novios y amantes, donde uno siempre ha salido más que mal parado, he visto sordidez, lo inmediatamente posterior a tu relato jactancioso.
Quiero decir, tu amigo bien se enterará por su novia, que ha de tener muy pocas luces. Le confesará todo, y tú estarás en busca y captura, por haber cedido a tus bajas pasiones escupiendo sobre vuestra amistad. Lo expeditivo que resulte tu amigo, no lo sé. Tus tierras me resultan extrañas, me inspiran palizas indiscriminadas de varios contra uno, bates, palos, puños americanos, todo tipo de útiles para fracturar y reparar tu conciencia, si sales del entuerto. La incivilización nos regala a nosotros, espectadores allende los mares, espectáculos propios de macacos que se destrozan en pendencias callejeras, en líos de faldas, de drogas, de todo lo malsano que allí hay. Espero que pagues tu tributo a la jungla que habitas, que la pindonga se chive, que quede por zorra y tú la pagues, que tanto te enorgulleces de haberla montado. A ti sí que te van a montar, tunante.
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