La nación, cualquiera que sea y con el propósito que se invoque, no es más que fanatismo, idolatría y podredumbre. Pero no puedo dejar de referenciar uno de los cuadros que más quedó en mí de la visita al Museo Nacional (aparte de la escultura de un busto de Marx por parte de unos
liberales de los veinte, ja, ja, ja): Alegoría de La Nación, de Silvano Cuellar.
Lástima que no haya mejores fotos en internet.