1. Es imposible no pensar que eres ridículo todo el tiempo.
2. Es imposible no hacer el ridículo todo el tiempo.
3. Es imposible no tener ansiedad.
4. Es imposible respirar bien.
5. Es imposible no pensar que vas a tener otro ataque de ansiedad en ese sitio donde ya ayer tuviste que pasar por uno.
6. Es imposible evitar que el ataque de ansiedad vuelva a aparecer. En el mismo sitio, a la misma hora.
7. Es imposible sentirse a gusto en la calle.
8. Es imposible andar por la calle con la mirada al frente.
9. Es imposible cruzarse con cualquier persona (de cualquier edad y sexo) y no empezar a aparentar seguridad para, una vez ya la has dejado atrás, pensar que seguro que te ha visto rarito.
10. Es imposible no chocarse con la gente por la calle.*
11. Es imposible no estar constantemente leyendo la mente de los demás.
12. Es imposible tener amigos.
12+1. O amigas.
14. De más que amigas, ya mejor ni hablamos.
15. Es imposible que los demás comprendan lo que te ocurre.
16. Es imposible que los demás no se rían en una u otra ocasión de ti por lo (todavía más) patético que te hace ser la ansiedad.
17. Es imposible que los demás no te vean raro.
18. Es imposible ser como los demás.
19. Es decir, es imposible ser normal. Sin comillas.
20. Es imposible recibir una mirada agradable de alguien.
21. Es imposible no pensar que has malgastado toda tu juventud.
22. Es imposible irse a dormir pensando "Qué día tan cojonudo ha sido hoy".
23. Es imposible levantarse pensando "Genial, otro día más por delante".
24. Es imposible disfrutar yendo de compras.
25. Es imposible no compararse con los demás.
26. Es imposible sonreír como los demás, sin que te quede esa cara de tonto a media sonrisa.
27. Es imposible no sentirse incómodo cuando te preguntan "¿Qué tal el finde / el verano / las vacaciones?"
28. Es imposible no sentirse incómodo cuando te preguntan "Tú no hablas mucho, ¿verdad?"
29. Es imposible no sentirte frustrado cuando no alcanzas nada de lo que te gustaría alcanzar.
30. Es imposible no pensar que el futuro se presenta muy negro.
Por todo esto y mucho más que ahora no me viene a la cabeza,
es imposible ser feliz.
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*Mi cara o mis piernas, no lo sé. Hay algo que no funciona como debería. Una de las dos cosas no indica bien la dirección que voy a tomar. Tal vez mi cara indica un sentido y mis piernas otro. El caso es que nunca nadie acierta hacia qué lado voy a ir. Y, como es lógico, ocurre lo típico: los dos hacia un lado; al ver que vamos a chocar, los dos hacia el otro; y, finalmente, uno hacia cada lado con mala cara. Una tontería, pero en calles donde todo el mundo te viene de cara es realmente molesto.