"Cariño, me siento joven cuando estoy a tu lado" Alfonso Díez, Duque de Alba
Si se quieren, que se emparejen con las edades que les apetezcan.
Sin embargo, lo que a mí me da mucha pesambre es ver a esas cincuentonas todo salidorras, a su edad, yendo de A.W. por la vida o elicitando piropos por parte de todo el personal masculino a su paso, poníendose minifaldas o modelitos muy descocados. Pero, que le vamos a hacer, tal vez con veinte o treinta aquello funcionaba y los hombres la ponían pañuelos al caminar para no mojarse con los charcos pero ahora... AHORA... resulta ridículo.
Y eso se debe, principalmente, a que, por lo que sea, en su momento no decidieron o no les apeteció o no encontraron porque tenían un listón muy alto, standard que nunca quisieron rebajar (¡por debajo de mi cadaver!). Pero luego, pasa lo que pasa, que los chicos ya no silban, que lo que se acerca da miedo, por lo cascao y decrépito o por lo regulero. Estas cositas hay que resolverlas antes.
Muchas de ellas fueron o monjitas de la caridad que en un momento dado se dieron cuenta de que antes de morir convendría pecar al menos una vez para tener descendencia, o "femmes fatales" del tres al cuarto con tanto hombre detrás que se les acumulaba el material y les resultaba poco menos que imposible decantarse por uno en concreto.
El resultado, el mismo. Soledad, ridiculez y comportamientos fuera de lugar. Lo sé porque lo he visto, no hablo de boquilla. Si esas señoras cincuentonas o sesentonas piensan que el día de mañana va a venir un yogurín tipo "crepuscular" van de culo, uséase, que mejor esperen sentadas y recen a San Judas Tadeo (el de las causas perdidas).
Por parte de los hombres ya bastante se ha visto en American Beauty y alguna que otra serie española, y seguro que las féminas aquí presentes podrán atestiguarlo mucho mejor que yo.
La diferencia extrema de edad para mi gusto no procede. Diez años igual no me parece tanto ya en la madurez (claro, no es lo mismo 37 y 47 que 17 y 27) pero 20 añitos ya suponen una cota insalvable. Aunque Alfonso, marido de la Duquesa de Alba, es ejemplo de todo lo contrario. Pero ahí entran otros factores que ya todos conocemos: