"El hombre no se ve distorsionado por los acontecimientos, sino por la visión que tiene de ellos"--- Epícteto
En casi todos los momentos de nuestra vida consciente estamos en conversación con nosotros mismos;es nuestro lenguaje interno del pensamiento y da lugar a frases con que describimos e interpretamos el mundo. Si este lenguaje y diálogo con nosotros mismos es preciso y se ajusta a la realidad, no es fuente de problemas;si es absurdo y no es exacto con respecto a lo real, puede producir estrés y otros trastornos emocionales.
A veces las ideas absurdas pueden estar basadas en percepciones del todo equivocadas (Esta persona probablemente no me gustará). Si tomamos, por ejemplo, la siguiente afirmación. "Necesito amor", vemos que emocionalmente es mucho más estresora y a la larga peligrosa que la siguiente, más ajustada a la realidad: "Deseo amor intensamente, pero no es en absoluto imprescindible para vivir, es más, puedo ser razonablemente feliz sin él".
"¡Qué terrible es sentirse rechazado!" Esta afirmación resulta alarmante si la comparamos con la siguiente: "Pienso que es muy desagradable y me siento momentáneamente incómodo cuando soy rechazado". Los imperativos del tipo "Tengo que dedicarme más a la casa" pueden transformarse en otros
más racionales: "Probablemente hab´ria más paz y todo resultaría más compatible si distribuyera mejor el trabajo".
Albert Ellis desarrolló un sistema para atacar las ideas o creencias irracionales absurdas y sustituirlas por afirmaciones más de acuerdo con la realidad del mundo. Llamó a su sistema terpaia emotivorracional y fue presentado por primera vez en un libro titulado
Guía para una vida racional. La teoría principal de Ellis es que las emociones no tienen nada que ver con los acontecimientos reales. Entre el hecho y la emoción que se desarrolla media la real o irreal apreciación mental del mismo. Sud propios pensamientos, dirigidos y controlados por usted, son los que crean ansiedad, mal humor y depresión.
Extracto sacado del libro
Técnicas de autocontrol emocional de M.Davis, M. McKay, E.R.Eshelman.
Leer la segunda parte.