Transcrito mío de hoy. Nombres sustituidos por nombres random.
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Trigohuerta dice ser torpe patinando. Trigohuerta baja pistas rojas y a veces negras de Sierra Nevada, pero Trigohuerta es torpe patinando. Está de exámenes.
Carmen es torpe patinando. En realidad Carmen es torpe en muchas cosas.
Penélope Armando Flores. Penélope. Penélope se aburre porque todos están de exámenes. No entiendo la gente… ¿Tanto cuesta estudiar una asignatura? ¿por qué me resultan tan fáciles los exámenes, teniendo en cuenta quien soy… o creo ser?
María Belén me sonrió hoy dos veces más. Me sonrió al irse. Me sonrió al llegar.
Sonia eventualmente ha perdido un poco la paciencia conmigo, pero es normal. Tiene bastante, y se porta bastante bien.
Hoy inducí proteínas a 1, 3 y 5 horas de que el cultivo estuviese listo.
¿Dónde están?
Hoy me quedé pillado bastantes veces, pero todas ellas relativamente poco tiempo.
Obsesión por imaginar en primera persona.
No saber cómo priorizar u ordenar los pensamientos.
Querer agarrar todos los pensamientos que llegan por estímulos antes de que se me pierdan.
Tener en la punta de la lengua hacerlo todo bien y fluir y sin embargo, que la mente se colapse y quede en blanco. Es horrible. Entonces tengo que desplazarme a un lugar sin gente, volver a respirar tranquilo, y decirme a mi mismo “venga… nada es tan complicado, es solamente que debes ir paso a paso y por orden, y así todo será fácil”. Claro que tiene trampa. Pero prefiero ignorarlo. O quizá no la tenga… Quizá sea fácil.
Tengo la sensación de que necesito tres rondas de pensamiento, o cuatro, o cinco, para tener conciencia de las cosas y un mínimo de precisión. No sé si eso es normal.
Creo que no es tan acentuada la exigencia de compensación por el sexo ofrecido al hombre debida a la diferencia de dependencia sexual, sino que basta con ser normal y tranquilo y guapo para llegar al edén. ¿Sabes qué pasa? Que no eres normal.
Pienso cosas que no quiero pensar o que no tienen sentido, porque se me adelantan las palabras al pensamiento. Éstas aparecen por inercia y se transforman en pensamientos intrusos. Voy siendo capaz de mantener la concentración.
Una vez la inteligencia se manifiesta, lo deḿas deja de importar.
No tiene ningún valor el sexo, vale muchísimo más coquetear. Valen mucho más tres o cuatro palabras determinadas en el momento y lugar adecuados. El sexo se esfuma, mientras que si coqueteas vas a tener sexo de todas formas, y aunque no lo tengas sabes que lo puedes tener en cualquier momento.
Basta un par de palabras cálidas acompañadas de una mirada firme para que lo saborees. Pero claro está, atraer conversacionalmente es hermoso e intenso si es un poco más sostenida la conversación.
No tienen valor ni el sexo ni el dinero. El sexo no tiene valor, de la misma forma en que el dinero no lo tiene. Lo que tiene valor realmente son sus causas. El dinero no es nada sin sus creyentes, y el dinero desaparece si no lo sabes crear (es decir, tiene valor el empresario, no el dinero), de la misma forma que el sexo no es nada sin significado, y no se accede a él y queda en el pasado si se olvidan sus caminos (es decir, tiene valor el hombre que por inteligente es equilibrado y de acción, no el placer que éste obtiene en consecuencia).
He de aprovechar el tiempo y exponerme a personas.
Mi mente tiende a la complejidad y a la inadaptación en ausencia de influencia social. Con una rapidez fuera de lo normal.
Me sienta tremendamente bien estar entre gente, pues me acelera la mente. Quiero seguir exponiéndome, quiero pensar, quiero adaptarme, quiero volver a saber pensar y organizar mis ideas. No quiero escribir todo lo que quiero introspectivamente, quiero solo vivir y ser capaz y apto sin darme cuenta, sin tener tiempo para escribir. Tengo plena fe en que viviendo me percataré de todo lo que necesito sin necesidad de pensarlo y recordarlo ahora compulsivamente para asegurarme de ello, así como lo aprenderé y adoptaré y pondré en práctica hasta el fin de los tiempos.
En el momento presente realmente lo que he es de ordenar este cuarto y cambiar estas sábanas, limpiar y duchar este cuerpo y entonces, entonces leer historia del arte, y entonces, entonces ver el penúltimo capítulo de Juego de Tronos hasta llegar al que tanta sorpresa espera según Trigohuerta et al.