Llevo días esperando el alta, y no quería perder tiempo escribiendo más de lo necesario aquí, pero son días malos.
Ha llegado el momento en el que tengo un vacío en el pecho que no se llena por nada ni por nadie. Odio lo que hace la gente a mi alrededor, cuando respira, el ruido que hace al pensar, sus miradas... incluso odio con todas mis fuerzas todo lo que hago y lo que dejo de hacer. He perdido las ganas de hacer cualquier cosa. Es una constante sensación de astío total y absoluto por todo lo que me rodea, incluido mi imagen.
Cada vez que me miro en el espejo me entran ganas de llorar y no reconozco a la persona que me mira desde el otro lado con los ojos hinchados y la cara congestionada de tanta lágrima. Y me da asco, y rabia, y deseo desde la inconsciencia y todas mis ganas reventar el reflejo en mil pedazos.
Igual deseo reventar yo, y dejar de pensar y olvidarme de todas estas chorradas. Olvidarme de tener que acudir a un foro desde el anonimato para vomitar todo esto porque la gente que tengo alrededor no es capaz de comprender, porque todo son tonterías de niña débil.
El simple hecho de querer morir es triste, terriblemente triste lo sé, y lloro pensando lo que sería mi muerte, pero no puedo evitar sentir una paz momentánea cuando lo hago. Es como una droga, esa paz, y hace que la desee con más fuerza, pero se que no debo, que mañana con suerte estaré bien, o estaré peor, no lo sé. Ojalá pudiese dejarme llevar por una estabilidad negativa o positiva, pero aún me puede la razón y algo que no sé explicar para soportar un día más.
Y esta noche no se pasará, tampoco dormiré. No se que haré mañana, pero hoy no quiero que ese día exista nunca más.