Hola, soy nuevo, y acabo de llegar a la conclusión de que necesito contar en algún sitio lo que me pasa:
Siempre fui un chico extremadamente tímido, y llegada la adolescencia, no empecé a salir hasta los 18 años, justo el último día de instituto antes de la universidad. Tengo una hermana 3 años menor que yo, y que llevaba aproximadamente un año saliendo por aquellas fechas, lo que me hacía sentir cómo si realmente yo fuese su hermano pequeño. Aquel día perdí el miedo que le tenía a la movida nocturna, bebí mi primer "cubata" y decidí empezar a salir, y junto a mi hermana, y los hijos de una amiga de mi madre empecé a ir a de discotecas.
Pasaron unos meses y le pedí a una de las chicas que salía con nosotros que fuese mi novia. A ella la conocía desde hace años y nunca me había atrevido a decirle nada. Me hizo sentirme tan miserable y pequeño que, unos días después y recordando lo humillado que me había sentido, salió a relucir mi "Mr Hyde" en forma de algo parecido al "Stifler" de American Pie: se esfumó mi timidez, y mujer que pasaba cerca, mujer con la que hablaba y con la que intentaba ligar, todo hasta el punto de que en mi primera semana de clases en la universidad (2 meses después del rechazo) conocía a casi todo el mundo, sobre todo a las mujeres. Me convertí en el personajillo más famoso de los 200 nuevos que entramos aquel año en la facultad, y desde ese momento mi vida consistía en deambular por la universidad hablando con todo el mundo por la semana, y emborracharme, dos veces con mis nuevos amigos universitarios y otras dos con la pandilla de "la culpable de mi cambio" cada fin de semana. En los pubs de mi ciudad, frecuentemente se me acercaba gente que yo no había visto nunca y me decía "yo te conozco, tú estás en mi facultad, muy bueno lo que dijiste sobre tal cosa ... etc ..." Eso me hacía sentirme importante, famoso y reconocido, porque realmente hacía comentarios ingeniosos y graciosos y era el centro de atención, todo lo contrario de lo que había sido siempre, aquel chico callado y agachado en una esquina, como un mueble, de ahí mi nick.
Pero a pesar de ese año de ejercicios de ligoteo intensivo, notaba que seguía sin conseguir que las mujeres me viesen "como hombre" y además, no veía el momento de dar el paso y quedar, fuera de la universidad, con ninguna de las mujeres que iba conociendo. Y en mis salidas nocturnas, con mis amigos y generalmente borracho como una cuba, no era capaz de atreverme ni a saludar -todo lo contrario que en la facultad- a ninguna mujer.
Pasó el tiempo, cambió la gente, y fui viendo como todos mis amigos se iban echando novia, volvía a cambiar de gente, daba con "eternas almas solitarias" como yo, y lo mismo pasaba, siempre quedaba yo para el último, y en infinidad de ocasiones y con distintos coprotagonistas tuve que pasar el mal trago de que a un amigo y a mi nos gustase la misma chica y fuese yo el descartado.
En mi tercer año en la universidad entró un chico que vestía muy moderno, era un poco bajito, armaba bastante follón, no dejaba a los profesores dar clase ni a nosotros los compañeros atender, que no se callaba ni debajo del agua y que además conocía a mucha gente. Era un pesado y el bufón de clase. Dentro de mi cabeza había imaginado mil formas de "retorcerle el pescuezo" y ahí creí entender el porqué de mis problemas: aquel chaval era una fotocopia de mi mismo hacía tres años. Voluntariamente empecé a volverme más callado y a soltar las gracias "en el momento oportuno" pero involuntariamente volvió mi timidez. Los días de desesperación se sucedían, así que llegué a leerme un libro para aprender a tratar con mujeres. Qué más podía perder. Pues podía, además de no tener novia, llevarme mal con todas las mujeres que conocía, que es lo que conseguí al hacer caso a aquella patraña.
Hace unos meses que desheché el método del libro, porque está visto que, al menos conmigo, no funciona, y me volví un tipo raro, mezcla de todo lo qué fui, pero que, tal y cómo sólo me di cuenta ahora -y por eso estoy en este foro y no en otro-, siempre tuve presente un miedo tremendo al hablar con cualquiera, hombre mujer o niño, queriendo dar una conversación duradera y entretenida, pero al mismo tiempo, queriendo también que esa conversación y ese encuentro con esa persona acabe ya, antes de que yo la "cague". No se si es el notar ese miedo el que hace que las mujeres tengan dibujada en su cara esa sensación de "quiero largarme ya" poco después de que yo les diga hola, pero últimamente también mis amigos pasan de mi como si hablara con la pared o ni se inmutan cuando les hablo. Y todo ha empezado simultáneamente hace un par de meses con los tres grupos de amigos que tengo actualmente, cuando antes todos me trataban bien, por lo que el problema no puede ser otro que yo mismo. Resumiendo: vuelvo a ser un mueble.
Me gustaría que, según nos vayamos tratando y me vayais conociendo, me pudieseis decir que hago para crear ese rechazo.
