Voy a respetar el ritual y resumir mi caso.
No sé cómo empezó todo, supongo que a los 17. Mi actitud era distinta, incluso creo que era feliz. Por entonces estaba con una chica guapísima, tenía muchos amigos y un
mejor amigo.
Mi vida es una sombra de aquellos dias. Fui una persona alegre, reia mucho con todo el mundo. Cierto dia alguien me dijo que me había sonrojado al reirme. Poco a poco empecé a ser el centro de atención en lugares públicos porque mi cara enrojecía ya no por la risa sino por el propio miedo a enrojecer. Intenté no darle importancia pero empezó a ser constante, y casi sin darme cuenta me encontré evitando reirme, y meses después, mostrar cualquier señal de alegria. Mi chica me dejó. Supongo que por que mi caracter se tornó demasiado introvertido y negativo. Y me volví tímido. Aunque en realidad no hubo explicación. Mi mejor amigo desapareció de mi entorno de la forma más rastrera y cobarde posible. Todo se puso cuesta arriba: salir a la calle era una pesadilla, dejé de ir en autobus y a huir de las aglomeraciones. Lo que os pasa a la mayoría de vosotros.
Me perseguía un extraño pensamiento de que andaba raro por la calle y que los demás lo notaban. Me autoconvencía de que me importaba un pepino lo que pensaran los demas... y me paraba unos segundos, porque ya me era imposible seguir caminando. Una ansiedad obsesiva me acompañaba donde quiera que fuese, y aun lo hace pero ahora estoy más preparado para soportarla.
Es curioso como un pequeño detalle puede llegar a cambiar tantas cosas. Incubé una profunda depresión que me ha acompañado todo este tiempo. Ha llovido mucho desde entonces, pero conservo intacta mi fobia social. Tengo dos amigos, pero ningún
amigo. No tengo novia, ni hago nada por buscarla. Aquella etapa de depresión me cambió, cambió mi forma de ver y de pensar. Disfruto de los lugares tranquilos, del tabaco, de mis pensamientos. Y si es buena también de la compañía. Mis emociones son intensas y no puedo evitar llorar con ciertas películas. No me importa. De hecho me alegra poder mostrarme tal y como soy, al menos a mí mismo.
Tengo 26 años. No he superado mi inadaptación social -si es que lo hago algún día- pero he podido averiguar qué soy, qué podía haber sido y cómo afrontaré el futuro.
Ahora que ha pasado el tiempo me pregunto si fue aquel detalle el desencadenante de todo o si este ha sido siempre el único camino, gracias al cual soy lo que soy. Creo que no hay porque adaptarse al mundo, ni tampoco intentar adaptar el mundo a nosotros. Simplemente cambiar de perspectiva, lo demás tomará forma por sí sólo.