Yo a raíz de la muerte de mi padre también me transformé y me hice muy cobardón, contagiado por el carácter débil de mi madre. No sufrí maltrato físico en el cole pero, de lo que recuerdo, estos fueron los episodios de maltrato psicológico:
- En la primaria. Me hice amigo de los marginados, de un chico con unas orejas muy grandes y no muy listo al que todos llamaban "orejón", "dumbo" y cosas así, y de otro que era hijo de guardia civil y al que nadie podía ni ver porque era un tanto déspota. Y yo, que por entonces era un gordito imbécil que se pisaba los pantalones y no se daba cuenta de que tenía la portañuela abierta. En el recreo siempre nos juntábamos y ¿sabéis a lo que jugábamos? Pues bien, nos aliábamos en grupos de dos para machacar al tercero y dejarlo solo. Es decir, nosotros que éramos la escoria del cole y siempre salíamos apaleaos de todos los juegos resulta que nos machacábamos entre nosotros en días alternos. Nos uníamos dos contra el tercero y le insultábamos y le impedíamos que se acercara incluso con piedras. Debo decir que yo nunca lancé piedras ni me gustaba aquello, pero si no lo hacía entonces el blanco era yo así que... Y lo que más me dolía de esos casos no era que me dieran con una piedra en pleno colodrillo sino el hecho de estar solo en la inmensidad de aquel campo de fútbol que usábamos como patio, y ver que todos reían, charlaban o jugaban menos yo. También había un joven mucho mayor que yo, un hijoputa de cuidado, con pinta de ladrón y cara de drogadicto, que cada vez que volvía a casa me decía "feo". Hasta que un día al pasar le dije: "más feo eres tú" (y razón tenía, porque era feo de cojones el niñato). No hizo nada pero días después me acorraló en el patio junto con otros tres de 17 años o por ahí (yo tendría unos 10) y me obligó a dar varias vueltas al campo de fútbol. No nos dejaban jugar al frontón los mayores, en fin, una panda de hijos de perra que no me extrañan esos chavales que ametrallan a sus compañeros en Estados Unidos (y no digo que hagan bien, pero es que lo de los colegios es criminal). Y los curas con sus sotanas dando vueltas por allí y nunca ninguno se interesó por el tema. Joder, qué tiempos aquellos. Menos mal que no siempre fue así, pero hubo al menos dos o tres años tras la muerte de mi padre que si hubieran querido me habrían cortado un brazo y no me habría quejado.
- En la secundaria. Ya lo explicaré algún día en mi autobiografía, pero me topé con otro hijo de perra, cómo no, en el instituto, y se encargó de hacerme pasar unos años difíciles hasta que me atreví a pegarle dos ostias un día al salir de clase y todo cambió. Nunca más he usado la violencia porque nadie más se ha atrevido a pasarse conmigo, en la Facultad tuve buenos amigos y estuve integrado, quizás porque la mayoría de ellos también fueron tratados mal en su día por tener notas superiores y demás.
No me extraña ser fóbico social después de tantas cosas que me han pasado, lo que me extraña es no haber acabado siendo uno de esos que salen en los periódicos y que ametrallan escuelas.
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