Me presento. Salí de una librería debajo de un abrigo. El único riesgo que corría mi tan ilustre portador era que algún tiarrón diera dos pasos hacia delante y le dijera : "por aquí, por favor", abriera una puerta y nos llevaran escaleras abajo a saber a dónde. No había peligro en las puertas ya que no estaban tan avanzados como para tener máquinas pitadoras. Conseguimos salir tambaleándonos sin mayor problema y pudimos respirar el agradecido aire de la libertad.
Me presento. Salí de una librería debajo de un abrigo. El único riesgo que corría mi tan ilustre portador era que algún tiarrón diera dos pasos hacia delante y le dijera : "por aquí, por favor", abriera una puerta y nos llevaran escaleras abajo a saber a dónde. No había peligro en las puertas ya que no estaban tan avanzados como para tener máquinas pitadoras. Conseguimos salir tambaleándonos sin mayor problema y pudimos respirar el agradecido aire de la libertad.