Pueden las fábulas instruir a los hombres, pero a los niños es menester decirles la verdad.
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¡Pobre niño, cuántas lecciones de vicios hay que darte, y ninguna necesitabas!
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Si son siempre conducidos los brazos del niño con vuestra cabeza, la suya viene a serle completamente inútil.
Emilio
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