La culpa de que la gente se escandalice por este tipo de prácticas, es principlamente de nosotros mismos, los fetichistas de pies. Debemos dejar de escondernos cual jorobados en el campanario de Notre Dame.
Ha llegado la hora de mostrar con orgullo nuestra afición por esos simpáticos amiguitos de "ahí abajo", que además son imprescindibles para caminar, eso no podemos olvidarlo nunca. Es nuestra responsabilidad el fomentar el uso de los pies como una parte imprescindible del juego erótico.
Como práctica iniciática, yo siempre recomiendo fantasear con los pies de Avril Lavigne. Suaves, delicados y con una pedicura impecable.