El fiasco de los libros de autoayuda: ¿felicidad rápida o un timo para perdedores?
Igual que el negocio del fast food, que se ha convertido ya en la forma de comer de miles de personas, el de la autoayuda ofrece soluciones rápidas y baratas a problemas universales. Pero, ¿realmente ayudan o son un espejismo poco duradero?. Resulta paradójico que la gurú de la felicidad surcoreana, Choi Yoon-Hee, autora de 20 títulos de autoayuda y conductora de un exitoso programa de televisión que buscaba la felicidad, se haya suicidado. Fue encontrada ahorcada en una habitación de hotel, junto a su marido, y en el país asiático sus miles de fans han sufrido tal impacto que se sienten perdidos sin su guía espiritual.
Efectivamente, hay miles de personas en el mundo que basan su felicidad, su equilibrio, su bienestar, su autoestima o sus dotes sociales en prácticos libros que en cinco o diez pasos les conducen, al parecer fácilmente, hacia sus objetivos vitales. Repasando las contraportadas de algunos de estos innumerables volúmenes resulta tentador tener al alcance de la mano tantas cualidades de rápida consecución.
Bazofia y psicología en la misma estantería
Pero no es tan fácil, la clave está en elegir bien este tipo de libros y, sobre todo, aplicar correctamente lo que predican.
Carmen Reyes, terapeuta, es la fundadora de la Asociación Autoayuda de Canarias. En su opinión “los libros no sirven por sí solos, hay que ponerlos en práctica y seguir sus indicaciones, o utilizar sus herramientas psicológicas, en función de los problemas de cada cual”. Parece lógico, y precisamente la lógica es una de las herramientas fundamentales de la autoayuda. De nada sirve devorar páginas y páginas sobre cómo elevar la autoestima si el problema de uno reside en el pesimismo. Y viceversa. Aún cuando sepamos dar con el título correcto para nuestro caso concreto (Aprenda a decir no en 15 días si nuestro problema es de asertividad), será en vano leerlo si al cerrarlo no ponemos en práctica lo leído.
La psicóloga y autora del libro Tú puedes aprender a ser feliz, Carmen Serrat, es aún más exigente con el tipo de literatura de autoayuda que se elige. “Hay cosas buenas pero también hay mucha basura”, critica. Según ella, un libro verdaderamente útil es aquel que parte de una base científica y utiliza procesos psicológicos “para enseñar a pensar de forma positiva, para ser más sociable, etcétera”. Es difícil encontrar este tipo de publicaciones, rigurosas y verdaderamente útiles, pues
“la mayoría son cúmulos de frases bonitas”, asegura.
Coincide con Reyes en que la clave la tiene el individuo y su disposición por aprender y poner en práctica las lecciones del libro. Aunque eso es sólo una guía, una compilación de consejos, un camino, práctico pero no definitivo. “No se puede encontrar la felicidad leyendo un libro”, asevera Serrat, aunque añade que lo que sí se puede encontrar es eso, “unas pautas para buscarla” que no servirán de nada si no se aplican en la vida diaria.
Es fácil decirlo para psicólogas que son muy capaces de discernir, de un vistazo, lo ‘bueno’ de la ‘bazofia’. Pero en la sociedad actual, en la que la gente vive estresada y agobiada, en la que la felicidad se ha convertido casi en una marca registrada, la gente anda perdida y se agarra a un libro que les vende la felicidad por 20 euros como a un clavo ardiendo. En algunos casos hasta puntos inimaginables.
Seguidores defradudados
El de Choi Yoon-Hee no es el único caso que ha llamado la atención últimamente. A finales del año pasado Michael Lane, sanador espiritual y gurú de la autoayuda, estaba presionando la carótida de Ginger Candela de 44 años para hacerla alcanzar elevados estados espirituales cuando se lo ocurrió algo: matarla. Entonces, tomó una sartén y la golpeó. Luego la estranguló con un cable y después la descuartizó y tiró sus restos a un cubo de basura.
Además, en algunos meses el conocido gurú de auto ayuda, James Ray, deberá enfrentar cargos de homicidio por la muerte de tres participantes en una de sus sesiones de sanamiento en la que debían estar en una cabaña a altas temperaturas y con vapor, en una ceremonia llevada a cabo en octubre pasado.
Está claro que estos son casos aislados y que no todos los gurús de la autoayuda son asesinos. Pero sí es cierto que la ‘disciplina’ cuenta con detractores.
El escritor canadiense, Will Ferguson publicó un libro titulado Felicidad MR (Marca Registrada) en el que contaba la siguiente anécdota (real, según él):
“Le pregunté a una persona de una editorial por qué hay tantos libros de autoayuda. Me respondió: ‘Hay tantos porque ninguno funciona’. Me pareció fascinante que libros tan exitosos en ventas no lo fueran en su función. Si los libros de autoayuda sirvieran se habría escrito uno solo.”.
Ferguson no es el único que sospecha de la utilidad de la autoayuda. La psicóloga Joanne Wood, de la Universidad de Waterloo, publicó un ensayo en la revista Psychological Science en el que afirmaba que quienes tienen baja autoestima y recurren a los libros en busca de ayuda encuentran contenidos contraproducentes ya que, por lo general, el objetivo de estas publicaciones es resaltar lo mejor de cada uno y potenciar lo positivo de su espíritu.
De acuerdo con las conclusiones del estudio,
el intentar convencerse de que la realidad puede mejorar si uno cree en frases como “tú puedes” o “eres el mejor” no hace más que generar el efecto contrario ya que, al chocar con la autopercepción, ese tipo de pensamientos consigue debilitar el estado de ánimo y aumenta la visión negativa que uno puede llegar a tener sobre sí mismo.
Así que hay opiniones para todos los gustos. Lo que está claro es que cada cual tiene sus propios problemas y su propia manera de resolverlos, de forma que si un libro de autoayuda le resulta útil, bienvenido sea. Pero conviene tener presente que no es oro todo lo que reluce.
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