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Antiguo 17-ago-2009  

Cita:
todos nuestros traumas son un ilusión, porque en la base estamos vivos, sanos, las enfermedades son gritos de : "mírenme, ámenme, me prohibieron algo, quítenme esa prohibición, y ese algo que me prohíben soy yo." Jorodowsky
YouTube - Alejandro Jodorowsky , Psicomagia - 2ª Parte

Última edición por Trans_Zen; 17-ago-2009 a las 18:11.
 
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Infancia

De la misma manera que Freud, Adler entendía la personalidad o el estilo de vida como algo establecido desde muy temprana edad. De hecho, el prototipo de su estilo de vida tiende a fijarse alrededor de los cinco años de edad. Las nuevas experiencias, más que cambiar ese prototipo, tienden a ser interpretadas en términos de ese prototipo; en otras palabras, “fuerzan” a esas experiencias a encajar en nociones preconcebidas de la misma forma que nuevas adquisiciones son “forzadas” a nuestro estereotipo.

Adler sostenía que existían tres situaciones infantiles básicas que conducirían en la mayoría de las veces a un estilo de vida fallido. La primera es aquella de la que hemos hablado ya en varias ocasiones: las inferioridades orgánicas, así como las enfermedades de la niñez. En palabras de Adler, los niños con estas deficiencias son niños “sobrecargados”, y si nadie se preocupa de dirigir la atención de éstos sobre otros, se mantendrán dirigiéndola hacia sí mismos. La mayoría pasarán por la vida con un fuerte sentimiento de inferioridad; algunos otros podrán compensarlo con un complejo de superioridad. Sólo se podrán ver compensados con la dedicación importante de sus seres queridos.

La segunda es la correspondiente al mimo o consentimiento. A través de la acción de los demás, muchos niños son enseñados a que pueden tomar sin dar nada a cambio. Sus deseos se convierten en órdenes para los demás. Esta postura suena maravillosa hasta que observamos que el niño mimado falla en dos caminos: primero, no aprende a hacer las cosas por sí mismo y descubre más tarde que es verdaderamente inferior; y segundo, no aprende tampoco a lidiar con los demás ya que solo puede relacionarse dando órdenes. Y la sociedad responde a las personas consentidas solo de una manera: con odio.

El tercero es la negligencia. Un niño descuidado por sus tutores o víctima de abusos aprende lo que el mimado, aunque de manera bastante más dura y más directa: aprenden sobre la inferioridad dado que constantemente se les demuestra que no tienen valor alguno; adoptan el egocentrismo porque son enseñados a no confiar en nadie. Si uno no ha conocido el amor, no desarrollaremos la capacidad para amar luego. Debemos destacar aquí que el niño descuidado no solo incluye al huérfano y las víctimas de abuso, sino también a aquellos niños cuyos padres nunca están allí y a otros que han sido criados en un ambiente rígido y autoritario.

Orden de nacimiento

Adler debe ser tomado en cuenta como el primer teórico que incluyó no sólo la influencia de la madre, el padre y otros adultos en la vida del niño, sino también de los hermanos y hermanas de éste. Sus consideraciones sobre los efectos de los hermanos y el orden en que nacieron es probablemente aquello por lo que más se conoce a Adler. No obstante, debo advertirles que Adler consideró estas ideas también como conceptos heurísticos (ficciones útiles) que contribuyen a comprender a los demás, pero no deben tomarse demasiado en serio.

El hijo único es más factible que otros a ser consentido, con todas las repercusiones nefastas que hemos discutido. Después de todo, los padres de un hijo único han apostado y ganado a un solo número, por decirlo vulgarmente, y son más dados a prestar una atención especial (en ocasiones un cuidado lleno de ansiedad) de su orgullo y alegría. Si los padres son violentos o abusadores, el hijo único tendrá que enfrentarse solo al abuso.

El primer hijo empieza la vida como hijo único, con toda la atención recayendo sobre él. Lástima que justo cuando las cosas se están haciendo cómodas, llega el segundo hijo y “destrona” al primero. Al principio, el primero podría luchar por recobrar su posición; podría, por ejemplo, empezar a actuar como un bebé (después de todo, parece que funciona con el bebé comportándose como lo hace, ¿no?), aunque sólo encontrará la reticencia y la advertencia de ¡que crezca ya!. Algunos se vuelven desobedientes y rebeldes; otros hoscos y retraídos. Adler creía que los primeros hijos estaban más dispuestos a desarrollar problemas que los siguientes. Mirando la parte positiva, la mayoría de los hijos primeros son más precoces y tienden a ser relativamente más solitarios (individuales) que otros niños de la familia.

El segundo hijo está inmerso en una situación muy distinta: tiene a un primer hermano que “sienta los pasos”, por lo que tiende a ser muy competitivo y está constantemente intentando sobrepasar al mayor, cosa que con frecuencia logran, pero muchos sienten como si la carrera por el poder nunca se realiza del todo y se pasan la vida soñando en una competición que no lleva a ninguna parte. Otros chicos del “medio” tienden a ser similares al segundo, aunque cada uno de ellos se fija en diferentes “competidores”.

El último hijo es más dado a ser mimado en las familias con más de uno. Después de todo, ¡es el único que no será destronado!. Por lo tanto, estos son los segundos hijos con mayores posibilidades de problemas después del primer hijo. Por otro lado, el menor también puede sentir una importante inferioridad, con todos lo demás mayores que él y por tanto “superiores”. Pero, con todos estos “trazadores del camino” delante, el pequeño puede excederles también.

De todas formas, quién es verdaderamente el primero, segundo o el más joven de los chicos no es tan fácil como parece. Si existe demasiada distancia temporal entre ellos, no tienen necesariamente que verse de la misma manera que si este rango fuese más corto entre ellos. Con respecto a mis hijos, hay una diferencia entre mi primera y segunda hija de 8 y 3 años entre ésta y la tercera: esto haría que mi primera hija fuese como hija única; la segunda como primera, y la segunda como la última. Y si algunos de los hijos son varones y otros chicas, también existe una diferencia marcada. Un segundo hijo de sexo femenino no tomará a su hermano mayor como un competidor; un varón en una familia de chicas puede sentirse más como hijo único; y así sucesivamente. Como con todo el sistema de Adler, el orden del nacimiento debe entenderse en el contexto de las circunstancias especiales personales de cada sujeto.
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ALFRED ADLER

Última edición por Trans_Zen; 19-ago-2009 a las 15:19.
 
Antiguo 19-ago-2009  

¿Umh como ven ustedes ser el mediano entre 3 varones, con diferencias de edad de entre 3-4 años. Quizás mi personalidad disfuncional se explique en gran parte con estas teorías del niño sandwich. Vamos que me ví en una encrucijada donde para sobrevivir tenía que destacar sea como sea, pura desesperación, lograr un sitio, "ser algo".
 
Antiguo 26-ago-2009  

Muy interesante el mensaje original. Yo todavia tengo esperanza de formar mi propia familia algun dia, de tener pareja e hijos. Y el articulo me viene bien para saber que errores no tengo que cometer con mis hijos, si algun dia los tengo, aparte de los errores que vi que mis padres cometieron con migo.
 
Antiguo 26-ago-2009  

Alice Miller es una psicoanalista que desde hace muchos años ya no ejerce su profesión. Decidió escribir libros. Sus obras nos cuentan los resultados de sus experiencias sobre cómo fue la niñez de mucha gente que llegó a su consultorio y cómo fue la de muchas personas famosas y no tan famosas. En sus libros, Alice Miller habla sobre las secuelas que dejan el maltrato físico, el maltrato psicológico y el abuso sexual en niñas y niños. En una mayoría de casos, los niños fueron golpeados, castigados y abusados “por su bien”. Alice Miller va más allá y no sólo habla de las secuelas individuales que sufre cada persona. También explica las consecuencias colectivas que el maltrato infantil tiene para toda la sociedad. Y enseña que una sociedad sólo mejora si logra romper la cadena de violencia. Lo más maravilloso es que nos demuestra que se puede, ¡que sí se puede!

De ella aprendemos que las experiencias emocionales desde el nacimiento, incluso desde antes de nacer, se graban en las células de nuestro cuerpo en un tipo especial de memoria. No se pierde nada. Estas experiencias se codifican como un tipo determinado de información y llegando a la edad adulta influyen --aunque inconscientemente-- en nuestro modo de pensar, sentir y en las formas en las que actuamos. Cuando nacemos dependemos de los adultos y nuestra dependencia nos lleva inconscientemente a desarrollar un comportamiento con el que agradar a las personas que nos rodean. Y lo hacemos así, a pesar de los maltratos que recibimos, porque para sobrevivir necesitamos alimento, cuidados y amor.

Los primeros años de la vida de una persona son los más importantes y una educación basada en el autoritarismo y la violencia causa graves daños. Cualquier golpe que recibimos en nuestros primeros tres años de vida nos afecta. En esos años termina de construirse la estructura del cerebro humano. Por eso es tan importante que en esa etapa los niños reciban amor y protección, y ningún tipo de crueldad, de menosprecio o de burlas.

En la mayoría de los países del mundo, también en Nicaragua, golpear a un niño suele ser un remedio habitual y permitido para educar. “Un golpe no hace daño”, decimos, para justificar esos golpes. Los adultos ejercen violencia contra los niños porque tienen el poder de ejercerla. Esa violencia queda grabada en la memoria de los niños y el aprendizaje que deja en ellos es que el único medio efectivo de comunicación disponible es la violencia. El niño no hace caso a los golpes porque ENTIENDA lo que le “piden” sus padres que haga. Hace caso y obedece por miedo a recibir más golpes. Adultos, padres, maestros, no les reconocen a la niñez el derecho de protesta ni le permiten expresar su rechazo a la violencia ni tampoco al abuso sexual que sufre de una persona ajena o de su propio núcleo familiar. Para aguantar estos dolores, los niños/as hacen todo lo posible para olvidar sus sentimientos y reprimir los recuerdos traumáticos y para continuar amando e idealizando a quienes los maltratan y abusan de ellos. No recordando se defienden. Es su medio de sobrevivencia. Después, en su vida adulta, quienes fueron niños maltratados ejercerán violencia contra sus hijos y justificarán la “educación” violenta que recibieron cuando eran chiquitos e indefensos. Un círculo vicioso. Una cadena interminable.

Alice Miller hace énfasis en la importancia de analizar y de enfrentar nuestra propia infancia. Propone reencontrarnos con la niña, niño que fuimos y que sufrió golpes, desatención, fajazos, gritos, insultos, abuso físico, psíquico o sexual. Propone también permitirnos como adultos (as) el dolor que en la niñez reprimimos. No es cierto que los recuerdos dolorosos se borran. Se quedan en la memoria y pueden causar muchas enfermedades para las cuales no tenemos explicaciones ni encontramos cura.

Dice Alice Miller que “las humillaciones, golpes, bofetadas, traiciones, abusos sexuales, mofas, burlas, desatenciones, son formas de maltrato, porque dañan la integridad y dignidad de un niño, aunque sus consecuencias no sean visibles inmediatamente. Como adultos, la mayoría de los niños maltratados sufrirán. Y peor: permitirán que otros sufran por estos daños”.


Cuando nos encontramos con ese niño/a que fuimos, y que vive en nuestro interior, es muy importante tener a nuestro lado a alguien que nos escuche y que admita que entonces sufrimos maltrato. Si tenemos esa persona a nuestro lado --una terapeuta, una amiga o alguien de confianza; Alice Miller las llama “testigos empáticos con conocimiento de causa”-- es también trascendental que esa persona nos haga sentir que no fuimos culpables ni responsables por lo que nos hicieron. Esa persona debe ayudarnos a sanar nuestra infancia y a reconocer que lo que ellos nos hicieron no estuvo bien. Esa persona no debe sugerirnos ni obligarnos a perdonar lo no perdonable. Mucho menos nos debe proponer el perdón “en nombre de Dios”. Trabajar las crueldades sufridas en la niñez, encontrarnos con el niño/a que fuimos, nos puede liberar de las secuelas de la violencia aguantada en silencio. Y a menudo nos liberará de depresiones, adicciones o pánicos. Y así lograremos no repetir la historia con nuestros hijos. Esto contribuirá a hacer mejor y más feliz a la sociedad.

Cuando fuimos pequeños no merecíamos golpes. Permitirnos sentir la tristeza por aquella violencia del pasado nos liberará de traumas acumulados. Y nos capacitará para no causar traumas a otros. Nos entrenará para protegerlos de la violencia sexual.

Otra enseñanza que encontramos en los libros de Alice Miller --en particular en “La Madurez de Eva”-- es que la cultura cristiana nos “obliga” (¡el tan predicado cuarto mandamiento!) “a honrar a padre y madre”, aun cuando hayamos recibido de ellos maltratos y abusos, incluso crueles. Es un camino equivocado. La verdad es la que nos hace libres. Y sólo la verdad es la que puede hacer libres a quienes nos maltrataron. Reconocer la verdad de nuestra infancia nos hará capaces de entender qué es realmente “honrar”.

En mi camino de sobreviviente de abuso sexual he tenido la dicha de encontrar personas --tanto entre psicólogas como en mi grupo de apoyo mutuo-- que fueron mis acompañantes empáticas. Después, leyendo a Alice Miller, aprendí a hacerme “testigo que ayuda” a niños/as, a adultas/os violentados en su niñez. Esto le ha dado un nuevo sentido a mi vida.

La página Web de esta escritora inteligente y luchadora www.alice-miller.com tiene ahora un enlace hacia una página en español, donde están algunos de sus textos, en los que encontrarán conocimiento y sabiduría. Algunos de sus libros son: El drama del niño dotado, El saber proscrito, Por tu propio bien, La madurez de Eva, El cuerpo nunca miente.
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¿Qué aprendemos de Alice Miller? · ElNuevoDiario.com.ni

Última edición por Trans_Zen; 26-ago-2009 a las 14:23.
 
Antiguo 10-oct-2011  

Saber que tus padres te han dañado desde que naciste, que no tuviste acceso a una persona que no te aconsejara que debes obedecer y respetar a tus padres y hoy con 42 años no puedo enfrentarme a esa mirada despectiva de mi padre, lo odio pero se que para sanarme debo controlar este sentimiento, se que no es su culpa pero como hago para perdonar si cada vez que voy a su casa no pasan de unos días para volver a humillarme.
 
Antiguo 10-oct-2011  

Yo he crecido en una familia disfuncional y creo que esa es una de las causas de mi fobia social
 
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