Supero la treintena, no llevo flequillo ni visto de negro, las parvadas son más abajo. Aviso porque se avecina un buen tocho y me sabría muy mal hacerle perder el tiempo nadie. En realidad no, escribo esto solo para desahogarme, parto de la base de que os importa una mierda mis problemas, igual que a mí los vuestros. No soy el primero en decirlo pero es la verdad. También están los que entran buscando novia, son los mejores.
Durante mucho tiempo pensé que mi carácter se debía al acoso escolar, luego me di cuenta, haciendo memoria, que no es así. El bullying lo agravó todo pero no fue el responsable. Siempre fui raro, desde que tengo uso de razón.
Mientras estás en casa con papá y mamá no pasa nada, no le dan importancia, cosas de la edad, está formando el carácter. Los primeros problemas llegan cuando empiezas a relacionarte con otros niños. No te gustan los dibujos que ve todo el mundo, no te gusta el cantante o la peli con la que todo el mundo flipa, no te gusta el fútbol, ni el baloncesto, eres un cero a la izquierda en todos los deportes. Odias el recreo porque sabes que terminarás suplicándole a los capitanes para que te escojan de defensa. Ni siquiera de portero, los porteros buenos están cotizados y se elijen rápido, tu misión será estar ahí quieto, recibiendo balonazos como un imbécil ante las burlas de los niños más hábiles que tú. Todos son más hábiles que tú. No destacas en nada, no eres el más alto, ni el más fuerte, ni el que más corre, ni el que más sabe de algo. Tus gustos son extraños, la gente no entiende muchas cosas que dices y empiezan a llamarte el "loco". O el "raro". Los niños no saben de tacto, educación, hipocresía o protocolos sociales. Todo eso lo aprenderán con la edad, los niños están programados para actuar según les dicta el instinto y el instinto dice que hay que marginar al diferente. El que se junta contigo pasa a ser "el amigo del raro" y marginado automáticamente, nadie, o casi nadie se te acerca. Es un círculo vicioso, cuanto más tiempo pasas solo, con más fuerza enraízan tus rarezas.
Ya tienes 10 u 11 años, tus compañeros empiezan a formar pandillas y a salir por las tardes, tú pasas la mayor parte del tiempo jugando con el ordenador y cogiéndole a escondidas los tebeos para adultos y los discos a tu hermano mayor. Recuerdo veranos enteros metido en casa y pasando más de 2 semanas sin salir a la calle para nada. No hay motivos para hacerlo.
Los chicos empiezan a fijarse en las incipientes tetas de la compañera de al lado, a ti eso te importa poco, tienes otras cosas más importantes en las que pensar. Además ninguna chica se fijaría en alguien como tú, lleno de granos, raro, perfecto inútil para todo.
De repente llega a adolescencia y todo cambia, es tu gran momento. Todo el mundo quiere ser rebelde, diferente al resto, todos quieren ser el raro y tú les llevas muchos años de ventaja. De pronto eres popular, gustas a las chicas y los chicos quieren ser tus amigos. Sales, te emborrachas por primera vez, comienzas a fumar, te hechas novia, todo es maravilloso. Desde tu nube no lo ves pero el tiempo sigue pasando, la gente sigue cambiando. Los chicos se cortan el pelo y empiezan a vestir de manera más formal, las chicas buscan a un chico con coche y trabajo. Al principio no le das importancia y te rodeas de la gente que sigue siendo como tú pero cada vez escasean más. Por fin te das cuenta de que para el resto ha sido solo una etapa más y que la mayor parte de ellos solo estaban interpretando un papel para ser aceptados. La gente cambia, madura, se interesan por otras cosas. Tú no, tú eres así, ya lo eras antes y sigues siéndolo. Intentas seguirles pero acabas dándote cuenta de que no puedes, quizás es demasiado tarde, llevas toda la vida siendo así.
Los 30 cada vez están más cerca, comienzas a trabajar, ves que no tienes tema de conversación con casi nadie, no te gusta el fútbol, no entiendes de coches, te importa una mierda Gran Hermano. Ves que el vago pelota hijo de la gran **** de la oficina hace buenas migas con el jefe porque son del mismo equipo y se van a desayunar juntos para comentar las jugadas del partido de ayer (esto no es Alemania ni Noruega, estamos en España, aquí no asciende el más capaz sino el amiguito del jefe), tú hace tiempo que no vas a desayunar con tus compañeros, estás harto de no abrir la boca y quedar como un asocial cada vez que la abres. Cambias de trabajo y pasa lo mismo. Y en el tercero y el cuarto y el quinto. Te das cuenta de que el problema no son los compañeros de trabajo, ni el jefe, ni tus compañeros de colegio, ni tus amigos de juventud, el problema eres tú. La gente empieza a hablar de compartir piso, de matrimonio, de hijos, a ti te aterra la sola posibilidad de casarte con nadie. No sabrías de que hablar con una chica de tu edad, no sabrías de que hablar con la mayoría de los chicos de tu edad. Sigues en tu mundo, sigues con tus historias, con tus grupos que no conoce nadie y tus películas que no podrías mencionar sin quedar como un puto friki. Es entonces cuando te refugias en la manida superioridad intelectual, tantas veces leída por aquí: "Soy diferente porque soy más listo que los demás, mírales que idiotas, son como ovejas, malgastando sus vidas tragando telebasura y viendo a 22 imbéciles corriendo detrás de un balón." Que levante la mano el que no haya pensado así alguna vez. Perfecto, están malgastando sus vidas "dentro del rebaño" ¿No la estamos malgastando los que "estamos fuera"? Por lo pronto, ellos pueden relacionarse mil veces mejor con los demás, ellos siempre tendrán tema de conversación y siempre estarán más arropados por el resto del rebaño. Yo no, yo soy el raro y siempre lo he sido, siempre al margen, siempre sin saber de qué hablar, siempre incómodo rodeado de gente.
A este paso lo veo muy difícil, pero si algún día tengo un hijo, me aseguraré por todos los medios de que sea fanático del Madrid o el Barcelona, de que practique algún deporte, de que siga las modas, de que le gusten las canciones de los 40 Principales, de que entienda de coches o motos, de que vea Gran Hermano.
Si has llegado hasta aquí es que tienes mucho tiempo libre. Búscate un trabajo, compra una casa a 30 años, cásate, ten hijos, llévatelos los Domingos al fútbol. No malgastes tu vida.