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Antiguo 23-jun-2012  

Hola,navegando encontré un articulo de un blog que define o eso intenta lo que somos muchos de nosotros que pensáis en lo que dice.




La neurosis es sensacional. No la neurosis misma, en realidad, sino su idea, y lo que ella nos permite observar de nuestros comportamientos cotidianos. Pensar el término y seguir sus huellas resulta sugestivo y revelador.

¿Qué es la neurosis? Para entenderla tenemos que partir de la realidad personal, que es la realidad primordial de todo mundo real, escenario básico desde el que se forman luego los diagramas sociales. La sociedad es la suma de los individuos, y olvidamos con demasiada y cómplice frecuencia esta determinación fundamental.

La neurosis es una figura central para comprender esa realidad personal. Al hablar de neurosis aludimos a una posición vital en la que el individuo se hace trampa a sí mismo, autolimitándose, pero logrando al mismo tiempo una extraña satisfacción. Puede sufrir, mucho o poco, pero también disfruta o se ampara en su sufrimiento, que bien mirado resulta más bien una estrategia de supervivencia. Es un conflicto, o una conflictividad, que enmascara con rasgos de impotencia una acción realizada en el mal camino, un movimiento evitativo.

Ese sufrimiento tiene algo de construido, de intencional, de voluntario, que lo hace tan rico narrativamente. Si tenemos la clave y sabemos del patológico interés que una persona puede tener en la generación de su propia ruina, la cosa se vuelve muchas veces divertida. Otras, por el contrario, produce espanto: ¿cómo es posible que se pierda tanta vida, que se malogren tantas posibilidades, que se prefiera el camino tortuoso al camino directo?

Porque esa es otra caracterización valiosa de la neurosis: un cierto amor por el enrosque, por la dificultad, por hacer un recorrido arduo e indirecto en cuestiones en las que sería mucho mejor adoptar la estrategia contraria.

Pudiendo ir hacia las cosas, el neurótico se aleja de ellas para sentir su falta. Pudiendo luchar por lo que quiere, el neurótico elige permanecer en la posición negativa, denunciando a una realidad que es en verdad más plástica y maleable de lo que gusta creer.

El neurótico no quiere avanzar, prefiere disfrutar de su impotencia. El neurótico cava su propia fosa, se surte a sí mismo con golpes certeros cuando intenta salir, y vive de alguna oscura manera como una virtud su padecimiento. Es frecuente que logre presentar, frente a sí mismo y frente a los demás, a su entrampamiento constante como la prueba de su excesiva conciencia o incluso de su superioridad. Pese a que no la pasa bien, tiene profusas ideas negativas acerca de los que no la pasan tan mal como él.

El neurótico (y esto se ve todo el tiempo) no sabe cómo vivir, su existencia es confusa y dolorosa, pero detalla con pseudo lucidez la inutilidad de toda terapia. El neurótico adora las objeciones, los peros, los caminos a medias, incompletos, la duda eternizada como si fuera un deseo de conocer, cuando es en realidad una incapacidad de querer.

Se dice que neuróticos somos todos, pero algunos logran revertir la tendencia. Es evidente. Las personas felices, que logran hacer algo con su neurosis de base, o que han tenido la suerte de una formación que tienda a la salud, lo logran siempre por batallas ganadas, y no por mera presencia. La neurosis es un punto de partida, la posición débil del que aun no ha desplegado su fuerza o la del que no quiere tomarse el trabajo de desplegarla nunca.

El neurótico es el jardinero de su propio encierro. Y es lindo, excitante, estimulante, disparador, lograr ver, en la vida personal, cuando uno hace ese movimiento para dar luego el paso de desactivarlo. Si uno percibe cómo construye innecesariamente su propio límite, desea salir corriendo a jugar a otra cosa, revertir la situación. Uno logra así un poder gigantesco, la sensación de despertar, de un nuevo comienzo. La dificultad está en que, para llegar a esta fase, es necesario un trabajo previo y lento de desenmascaramiento, comprender la circunstancia en la que uno se sumerge defensivamente, sus ritmos y sentidos. Lo lindo es ver cómo la inteligencia despertada con la revelación (al final soy yo el boludo que crea sus propios problemas) deja en evidencia también que el peligro no era tan grande.

El neurótico suele estar más preso de una fantasía que lo atemoriza que de un poder real que lo despoja. Curarse es como lograr el satori: ese salto súbito que describe el budismo zen, que hace al individuo pasar de un estado corriente al de la iluminación. Es bueno verse a sí mismo en este tránsito de una cotidianeidad que se padece a una en la que se disfruta de las realizaciones que genera la propia fuerza puesta a favor.

El neurótico actúa en contra suya. El curado, el restablecido, osa vivir a favor suyo. Repito lo del principio: la neurosis, la idea, es valiosa porque permite estas observaciones certeras. Su dinámica muestra complejidades clave que solemos pasar por alto. Sí, claro, tal vez las pasamos por alto para poder seguir dándole a la neurosis tranquilos (o en realidad: intranquilos, ansiosos, infelices), para poder seguir actuando que vivimos nuestra vida real sin animarnos a hacerlo del todo. Este arquetipo es un mito, un mito contemporáneo, y como se sabe que hacen los mitos, cumple con su función de enseñarnos cosas básicas, necesarias para crecer y llegar a ser un adulto pleno y feliz.

En el nivel social, la neurosis es la base de la mayor cantidad de teorías críticas que pasan por ser lúcidas. Pero sobre todo, la neurosis es la forma afectiva de ser que produce la realidad devaluada de un país que no logra surgir, un país neurótico que se empantana recurrentemente en la creación y recreación de la pobreza, que evita darse cuenta lúcidamente de los actos que la llevan a dar lugar a tales resultados, prefiriendo siempre militar culpando a otros y luchando contra ellos, a los que intenta hacer caber en su rol premeditado de cualquier manera, con mentiras y hasta gestando fracasos confirmatorios.

Un lindo fracaso es, para el neurótico, país o persona, el alimento perfecto para mantener viva su pobre visión de las cosas.

http://100volando.blogspot.com/2012/...nsacional.html
 
Antiguo 23-jun-2012  

Cita:
Iniciado por sergiks00 Ver Mensaje
Hola,navegando encontré un articulo de un blog que define o eso intenta lo que somos muchos de nosotros que pensáis en lo que dice.




La neurosis es sensacional. No la neurosis misma, en realidad, sino su idea, y lo que ella nos permite observar de nuestros comportamientos cotidianos. Pensar el término y seguir sus huellas resulta sugestivo y revelador.

¿Qué es la neurosis? Para entenderla tenemos que partir de la realidad personal, que es la realidad primordial de todo mundo real, escenario básico desde el que se forman luego los diagramas sociales. La sociedad es la suma de los individuos, y olvidamos con demasiada y cómplice frecuencia esta determinación fundamental.

La neurosis es una figura central para comprender esa realidad personal. Al hablar de neurosis aludimos a una posición vital en la que el individuo se hace trampa a sí mismo, autolimitándose, pero logrando al mismo tiempo una extraña satisfacción. Puede sufrir, mucho o poco, pero también disfruta o se ampara en su sufrimiento, que bien mirado resulta más bien una estrategia de supervivencia. Es un conflicto, o una conflictividad, que enmascara con rasgos de impotencia una acción realizada en el mal camino, un movimiento evitativo.

Ese sufrimiento tiene algo de construido, de intencional, de voluntario, que lo hace tan rico narrativamente. Si tenemos la clave y sabemos del patológico interés que una persona puede tener en la generación de su propia ruina, la cosa se vuelve muchas veces divertida. Otras, por el contrario, produce espanto: ¿cómo es posible que se pierda tanta vida, que se malogren tantas posibilidades, que se prefiera el camino tortuoso al camino directo?

Porque esa es otra caracterización valiosa de la neurosis: un cierto amor por el enrosque, por la dificultad, por hacer un recorrido arduo e indirecto en cuestiones en las que sería mucho mejor adoptar la estrategia contraria.

Pudiendo ir hacia las cosas, el neurótico se aleja de ellas para sentir su falta. Pudiendo luchar por lo que quiere, el neurótico elige permanecer en la posición negativa, denunciando a una realidad que es en verdad más plástica y maleable de lo que gusta creer.

El neurótico no quiere avanzar, prefiere disfrutar de su impotencia. El neurótico cava su propia fosa, se surte a sí mismo con golpes certeros cuando intenta salir, y vive de alguna oscura manera como una virtud su padecimiento. Es frecuente que logre presentar, frente a sí mismo y frente a los demás, a su entrampamiento constante como la prueba de su excesiva conciencia o incluso de su superioridad. Pese a que no la pasa bien, tiene profusas ideas negativas acerca de los que no la pasan tan mal como él.

El neurótico (y esto se ve todo el tiempo) no sabe cómo vivir, su existencia es confusa y dolorosa, pero detalla con pseudo lucidez la inutilidad de toda terapia. El neurótico adora las objeciones, los peros, los caminos a medias, incompletos, la duda eternizada como si fuera un deseo de conocer, cuando es en realidad una incapacidad de querer.

Se dice que neuróticos somos todos, pero algunos logran revertir la tendencia. Es evidente. Las personas felices, que logran hacer algo con su neurosis de base, o que han tenido la suerte de una formación que tienda a la salud, lo logran siempre por batallas ganadas, y no por mera presencia. La neurosis es un punto de partida, la posición débil del que aun no ha desplegado su fuerza o la del que no quiere tomarse el trabajo de desplegarla nunca.

El neurótico es el jardinero de su propio encierro. Y es lindo, excitante, estimulante, disparador, lograr ver, en la vida personal, cuando uno hace ese movimiento para dar luego el paso de desactivarlo. Si uno percibe cómo construye innecesariamente su propio límite, desea salir corriendo a jugar a otra cosa, revertir la situación. Uno logra así un poder gigantesco, la sensación de despertar, de un nuevo comienzo. La dificultad está en que, para llegar a esta fase, es necesario un trabajo previo y lento de desenmascaramiento, comprender la circunstancia en la que uno se sumerge defensivamente, sus ritmos y sentidos. Lo lindo es ver cómo la inteligencia despertada con la revelación (al final soy yo el boludo que crea sus propios problemas) deja en evidencia también que el peligro no era tan grande.

El neurótico suele estar más preso de una fantasía que lo atemoriza que de un poder real que lo despoja. Curarse es como lograr el satori: ese salto súbito que describe el budismo zen, que hace al individuo pasar de un estado corriente al de la iluminación. Es bueno verse a sí mismo en este tránsito de una cotidianeidad que se padece a una en la que se disfruta de las realizaciones que genera la propia fuerza puesta a favor.

El neurótico actúa en contra suya. El curado, el restablecido, osa vivir a favor suyo. Repito lo del principio: la neurosis, la idea, es valiosa porque permite estas observaciones certeras. Su dinámica muestra complejidades clave que solemos pasar por alto. Sí, claro, tal vez las pasamos por alto para poder seguir dándole a la neurosis tranquilos (o en realidad: intranquilos, ansiosos, infelices), para poder seguir actuando que vivimos nuestra vida real sin animarnos a hacerlo del todo. Este arquetipo es un mito, un mito contemporáneo, y como se sabe que hacen los mitos, cumple con su función de enseñarnos cosas básicas, necesarias para crecer y llegar a ser un adulto pleno y feliz.

En el nivel social, la neurosis es la base de la mayor cantidad de teorías críticas que pasan por ser lúcidas. Pero sobre todo, la neurosis es la forma afectiva de ser que produce la realidad devaluada de un país que no logra surgir, un país neurótico que se empantana recurrentemente en la creación y recreación de la pobreza, que evita darse cuenta lúcidamente de los actos que la llevan a dar lugar a tales resultados, prefiriendo siempre militar culpando a otros y luchando contra ellos, a los que intenta hacer caber en su rol premeditado de cualquier manera, con mentiras y hasta gestando fracasos confirmatorios.

Un lindo fracaso es, para el neurótico, país o persona, el alimento perfecto para mantener viva su pobre visión de las cosas.

http://100volando.blogspot.com/2012/...nsacional.html
Esas palabras me han llegado... y me han dado un sacudón...
Cuantas verdades juntas!!! Las palabras que necesitaba oír (leer en este caso... ) ....
Gracias sergiks00 por lo posteado...
 
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