No ajustarse a ningún estereotipo denota carácter y originalidad. Los patrones de conducta se establecen con el fin de que los menos talentosos - que siempre son mayoría - puedan sentirse seguros y lleguen a progresar. Por el contrario, el que posee algún genio traza su propio camino. Obviamente los mediocres ven con malos ojos a todo aquél que no siga las normas, ya que intuyen que posee el valor del que ellos carecen.
A un nivel más elevado, toda manifestación de genialidad, ya sea en la esfera intelectual o moral, es calificada por los mediocres como locura. Por ejemplo, muchas monjas habrán creído demente a la Madre Teresa cuando ésta comenzó a asistir a enfermos callejeros. Hay evidencias históricas de que esto sucedió en el caso de San Francisco de Asís. En ciencia, las personas que sobresalen en demasía son raramente comprendidas por sus coetáneos y casi nunca apreciadas. Por este motivo, Svante Arrhenius presentó al principio una versión simplificada de su teoría de la disociación electrolítica, dado que suponía, no sin razón, que una versión más avanzada sería rechazada de plano por sus pares (de hecho su tesis doctoral recibió una bajísima calificación debido a que los evaluadores creyeron que la teoría era errónea). Sólo más tarde, cuando la versión "para tontos" había sido universalmente aceptada, publicó la teoría electrolítica en su versión completa.
En literatura hay infinidad de casos similares y en pinturas son incontables, basta con nombrar a Van Gohg, cuyo extravagante estilo no le permitió vender más que un cuadro cuando estaba vivo.
Por eso, si tu comportamiento no se ajusta a ninguna norma y la gente te califica de loco, no te desanimés, al contrario, séntite orgulloso de estar siguiendo los pasos de todos aquéllos que contribuyeron verdaderamente a nuestra historia y a nuestra cultura.
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