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El “amor”... pura dopamina y demás sustancias químicas impronunciables, sí. Consecuentemente, un sentimiento de felicidad. Consecuentemente (en el mejor de los casos, pero siempre consecuentemente aún así), actos bondadosos hacia el ser amado. Algo “de este mundo”, sin duda. Algo fatal. Yo.
No en vano, así sigo encadenado a mí mismo...
No soy feliz, no soy bueno, no conozco lo que es el verdadero Amor. No. Y si lo creo, simplemente, me engaño. Aún no me he rebelado. Es más, soy todavía más esclavo de este mundo que antes de haberme sentido “feliz”, que antes de haber sido “bondadoso”.
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Tú, Ghost in the Shell, has descubierto la verdad “de este mundo”, pero no toda la Verdad. Porque hay otra, tío, que “no es de este mundo”.
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Bien, ahora llámame loco, o iluso, si así lo deseas. Es ley de vida. O escúpeme. Es lo que espero de ti en este instante en el que has descubierto la verdad de este mundo. Escúpeme.
Pero en verdad, es ahora cuando has de buscarle a Él, diré aún más: sólo ahora puedes encontrarle. Sólo ahora, que has conocido las cadenas de este mundo, el lodo que hay en ti, en todos...
Yo he estado estos meses que llevo fuera del foro desesperado, en una lucha que era interior. El mundo me quemaba los ojos, su verdad me quemaba los ojos. En realidad, he llegado a caer muy hondo (aunque nadie haya visto mi desmoronamiento).
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Ojo, no me malentiendas: estás viviendo un momento capital y necesario, si alguien quiere en verdad conocerle a Él.
Pues tú te has conocido a ti mismo... (has conocido quién es tu amo ahora, vaya, por expresarlo de otro modo). El mundo, el DIABLO. Y es verdad, sí... cruda verdad
(Pero no toda la verdad)
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Perdón por pronunciar su nombre, “Diablo”, quizás tú no creas en “ese ser”, ¿no?
Si es así, ya creerás y acabarás pronunciando su nombre... Porque hay cosas en esta vida que sólo pueden ser debidamente expresadas con las palabras “Dios” y “diablo”.
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Es él al que ves ahora, al demonio, reinando en este mundo. ¡Con tus propios ojos! ¡En todas partes, por supuesto! ¡Es que está hasta en el último rincón de ti y del mundo en el que habitas! Parece que no puedes librarte de él, ¿verdad?
Eso es lo que él quiere hacerte creer, porque aún (escúchame bien) no eres suyo. Pero estás a un tris de serlo. Este es el momento crítico... y no puedes demorar la elección mucho tiempo, sólo el tiempo que dure tu vida. Nada más. Y entonces, sí que serás suyo, para toda la eternidad. Porque te habrás elegido a Ti. Y tú eres tu demonio, tu infierno.
“Yo soy el único que reina en este mundo”, parece susurrarte al oído. “Yo soy el soberano de toda la existencia, acéptame, pues, sólo a mí. Yo soy Tú”.
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Mira, por ejemplo, el amor del que hablas... es de este mundo, sin duda. “Sólo” de este mundo.
Pero hay otro que no lo es.
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Trata de ser bueno ahora, de amar ahora, que te desgarra la desesperación y el vacío. ¿Cuesta, verdad? Es más, cada vez que lo intentas, cuesta más, ¿no es cierto? El mundo parece más y más fuerte cuanto más te rebelas contra él. Pero es el único camino. Si ahora sólo crees en ti, caerás, una y otra vez. Porque ya sabes lo que hay en ti... Y te convertirás en un Sísifo el resto de tu vida, tratando de subir una y otra vez la misma piedra, esa que tú solo jamás podrás elevar. He ahí tu condena, si te eliges a ti mismo ahora, en este momento crucial, en vez de elegirle a Él.
Yo o Él... la eterna elección. Aprende a desposeerte. Aprende a morir en vida. Sé humilde. Muere en vida, entregándote. Ama. A Él, sólo a Él. Entrégate por cualquier cosa de este mundo, por poderosa que sea, y desbarrarás. Porque no te habrás entregado por Él, sino por algo de este mundo. Y este mundo es el diablo, recuérdalo siempre. Caerás aún más fuerte. En ti.... ¡en ti!
Háblame de ese “amor” de baratillo, terrenal, el que vemos todos los días; háblame de esa “todopoderosa” dopamina, cuando esté sufriendo, cuando todas las circunstancias estén en mi contra, cuando el sentimiento que me atormente sea el vacío, la tristeza o la desesperación más absolutas. Cuando todas las sustancias químicas destructoras de este mundo estén en su punto álgido. Cuando todo ese lodo que hay en mi me conduzca inexorablemente a destruirme y a destruir: a desamar. Cuando el diablo crea haber ganado la partida a Dios y se frote las manos.
Y entonces... si amo, si doy... es que he quebrado el mundo. Es que me he quebrado a mí mismo. Es que soy libre. Libre como nunca serás capaz de imaginar, si para entender el concepto de libertad te atienes a una noción de libertad física o terrenal. La libertad de la que te hablo “es de otro mundo”.
Si en ese momento, amas, y te das... por Él, no por ti, ni por nadie ni nada de este mundo, sólo a través de esas cosas (porque ya sabes lo que hay en ti y en tu mundo: vacío, cadenas, desesperación absoluta o felicidad vana, da lo mismo) Si en ese momento, te entregas, te desposees, si mueres (¡mueres en vida!), si consigues dar, entregarle a Él en ese momento...
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(Sólo en ese instante el Amor es posible)
El que no es de este mundo, el verdadero. El que ha sido llevado a cabo “a contramundo”. A “contra ti”.
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¿Parece que estoy hablando de algo que no es de este universo, verdad? Eso es: estoy hablando de algo que no es de este mundo, Ghost in the Shell. Y que, aún así, se da, aquí y allá, como un milagro.
¡Qué digo!: ES un milagro (si te atienes a la verdad de este mundo que dices haber descubierto).
¿No lo has vivido aún? ¿No sabes de qué te hablo? ¿Has caído más y más fuerte siempre que has intentado llevarlo a cabo?
¿Y yo, cuántas veces he caído? ¿Eh? ¡Aún hoy sigo cayendo! ¡Y seguiré cayendo, Ghost in the Shell! 999.999 veces entre un millón de veces. Aumenta aún más la cifra, si quieres. Ninguna puede expresar la dificultad de esta tarea de la que te hablo. Y aun conseguida, puedes volver a elegirte a ti mismo; es más, te elegirás a ti mismo, otra vez. Y te olvidarás de Él. Caerás. Y tendrás que volver a liberarte, una vez más. De ti, del infierno que eres.
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Pero si lo consigues, si consigues lo que he dicho... no será libertad (en esta vida no hay libertad, sólo un liberarse día tras día, porque uno cae y cae, aun cuando consigue entregarse a Él por un instante, uno cae, cada mañana de este mundo y de esta vida)... pero habrás conocido el Infinito Amor de Dios. Nadie te librará del dolor, del vacío, de la duda, en vida... tu Yo es demasiado fuerte... caerás en ti, una y otra vez, te elegirás, elegirás el mundo, caerás bajo su imperio y sus leyes... pero haber tenido el más pequeño asomo del Amor de Dios, de Él, en esta vida, eso, vale más que todo el conocimiento del universo, más que toda la valentía que puedas reunir en tu seno, mucho más que eso.
Entregarte a Él es, verdaderamente, morir. Perderlo todo. Perderte.
Haber quebrado el mundo. Y a ti mismo con él.
Morir de la única muerte de la que uno resucita.
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Pues sólo entonces puede Él, que es Vida eterna, hallarte.
Sólo en Él hay resurrección. En ti... hay muerte. Y un infierno eterno.
Eterno.
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La creencia precede siempre al acto milagroso. A lo que no es de este mundo. Si primero no crees en Él, con toda tu alma, no podrás librarte nunca de ti mismo. Y ya sabes lo que hay en tu seno... ¿verdad?
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