Trataré de ser breve. Ocurre que, hay veces en la vida en las que uno no sabe a ciencia cierta el momento exacto en el que una de las tantas etapas que la componen se ha terminado. Pese a ello, cuando ya no queda nada por decir, cuando ya no queda nada por ofrecer y cuando ya no queda botín que cobrar, se debe empezar a sospechar que una de esas singladuras llegó a su fin y que, cualquier prolongación en las citadas circunstancias, aboca indefectiblemente a lo fútil, vano e insustancial. Si se me permite hacer parangón entre una de esas etapas y mi presencia en estos lares forunos, sólo puedo que plegarme ante tal evidencia.
En el, en efecto, presente manifiesto de despedida, no se busca palabra cálida ni palmadita en la espalda alguna (ya nos conocemos, la experiencia demuestra que ningún autor de un hilo de estas características fue exonerado del apelativo de attention whore, habrá que asumirlo entonces). Lo que me mueve a él, es el cumplimiento con del deber moral que se le supone al caballero, a la hora de partir de la morada en la que siempre se sintió reconfortado, pasó miríadas de buenos momentos y en la que, a pesar de sus excesos y escarnios que no fueron pocos, recibió muestras de cariño y afecto. Tan difícil es plasmar en palabras el agradecimiento por ese alimento del alma como sencillo es presentar las pertienentes disculpas por las sensibilidades laceradas.
Nuevas aventuras, desventuras, glorias y sinsabores aguardan. El miedo, sempiterno compañero de correrías, es mucho menos miedo cuando se aprende a conversar con él. Es en ese entonces cuando se te revela que, tras su falaz apariencia del cruento adversario que conviene combatir con denuedo, se halla el más leal y abnegado de los escuderos. Que la Fortuna os guíe siempre en vuestras lides.
PD: Sí, lo admito, soy un dramaqueen frustrado
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