Después de meses de desempleo, ir al trabajo es una odisea que bien vale la pena.
Primero, debo caminar unas 5 cuadras hasta la estación Pumacahua para tomar el tren de la 7:40 am. que en 45 minutos me lleva al centro de Lima desde donde tomo un autobus hasta la muy transitada Av. Wilson; seguidamente ando otras tantas cuadras hasta el edificio San Lorenzo, del cual uso las escaleras para subir al 8vo piso, ya que en las mañanas los ascensores van llenos. Tras 9 horas y media abandono la oficina y cojó un bus de regreso a mi polvorienta Villa María. Una vez ahí, subó a una mototaxi que por 70 centimos me deja cerca a mi casa en la que me refugio sobre las 9 pm.
Fotos. Cortesía de Google. Así será hasta que no tenga la ansiada cámara digital que por fin podre comprar con mi sueldito.