En Macondo.
Tocaría el acordeón, cantando las canciones de Francisco El Hombre, trabaría amistad con los árabes de pantuflas y argollas en las orejas, acudiría a las despilfarradoras y ebrias fiestas de Aureliano Segundo, iría a la taberna de Catarino a tocar el acordeón o la percusión, volaría en las alfombras mágicas de los gitanos, acompañaría a José Arcadio Buendía en alguna de sus empresas delirantes, visitaría a José Arcadio Segundo en su reclusión en la habitación de Melquíades e intentaría ayudarlo a descifrar los pergaminos, presenciaría las levitaciones del cura, exploraría la selva junto con otros expedicionarios, usaría condón para no cargarme de hijos como el resto, iría a la biblioteca del sabio catalán, conspiraría contra la compañía bananera, viviría como un vagabundo por las calles de Macondo.
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