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15-feb-2005
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La sala de espera de un dentista.
Allí estoy yo, solo, sentado en uno de los tres enormes sofás que hay en la habitación, esperando a que me extirpen la condenada muela del juicio.
Hay un enorme espejo en la sala. Se me ha ocurrido un posible cuento basado en él, y estoy dándole vueltas a eso, cuando de repente, tocan el timbre.
Oigo un vocerío en la recepción y, al punto, entra la enfermera con una chica detrás.
“Espere aquí unos minutos”, le dice. La chica entra, se quita el abrigo y dice: “Buenos días”.
“Buenos días”, le contesto yo.
Toda una muestra de sensatez y buenas maneras.
Después llega el colmo de lo insoportable en nuestra sociedad moderna: EL SILENCIO.
Lo que es natural entre dos personas que no se conocen, o se conocen poco, se ha convertido en un tabú. El silencio está mal visto.
La chica, a los dos minutos, no aguanta más y dice: “¡Vaya frío que hace hoy, brrr!”.
“Sí, mucho, mañana incluso dicen que hará más, así que...”, contesto yo, con una sonrisa.
Vuelta al infierno: el silencio.
Yo, dentro de mí, sonrio. Me hacen gracia estas situaciones. Antes me atemorizaban.
Pero es que me gusta ver cuánto tiempo soporta la gente esa ansiedad interior ante el temido silencio.
Sí, sí... ansiedad. No os engañéis. Esa chica no habló por educación, para ser amable, o porque es muy “comunicativa” y “sociable”.
Si yo le hubiese preguntado, de buen rollo: ¿Por qué has hablado?, ella hubiera contestado probablemente: “Uy, es que soy muy habladora y extravertida, perdona”, o “Ah, pues, por amabilidad, no sé, por ser sociable”... o vete tú a saber qué cosas parecidas, pero se estaría engañando a sí misma.
Lo hizo por ansiedad.
Escuchadme: la primera persona que rompe el silencio en este tipo de situaciones es la que ha creado más ansiedad, o bien la que menos tolerancia a la ansiedad posee, vaya.
Porque yo puedo estar más nervioso, más ansioso que ella, pero mi control de las emociones, al ser mayor, me hace aguantar mucho más tiempo el “nerviosismo” creado por la situación ¿mmm... o por una mezcla de la situación y de otras cosas?)
Por cierto, algún día hablaré de esto, pero el escaso control de las emociones, cada vez más general en nuestra sociedad, explica muchísimos fenómenos que casi siempre se ocultan bajo un pretexto de “naturalidad” o “espontaneidad”.
Esto crea en nosotros una escasísima tolerancia a ciertas cosas (sobre todo, repito, en ese ámbito de la “espontaneidad”, de la “naturalidad”, en el sentido amplio)
Al final nuestra cultura moderna ha acabado incluso ensalzando esta falta de control emotivo, y colocando sus manifestaciones más claras en las máximas virtudes de todo individuo “moderno” y “libre” que se precie.
Sí, porque hay hasta quien se atreve a coronar todo esto de lo que hablo con una palabra que merecería el máximo respeto: la palabra “libertad”. Cuando en realidad nos pueden nuestras emociones, y cada vez más, estamos aherrojados por ellas, me atrevería a decir.
En esto hemos pasado de un extremo a otro, y le hemos dicho al sano punto medio algo así como un “Au revoir” (y pagaremos las consecuencias, que no os quepa la más mínima duda de eso).
De ahí, pues mi sonrisilla. Ya casi se me hace una diversión el esperar a ver cuánto tiempo soporta el silencio esa otra persona que tengo delante. Incluso a veces cuento los segundos (la mayoría aguanta sólo unos segundos, nada de minutos, no, ni mucho menos).
Y cuando al final rompe el silencio, el no tener nada que decir lógico y natural en esa situación, con una cosa tan artificial como una palabra, no puedo menos de aguantarme la risa.
Pero en eso no hay nada hiriente para mí. Hay mucha gente con escasa tolerancia a la ansiedad (a todo tipo de ansiedad, pues últimamente se han creado muchas nuevas ansiedades, algunas muy tontas, por cierto), que luego se engaña colocándose la medalla de la “amabilidad”, la “extraversión”, la “educación”, el “ser guay”... Pues no, no se mienten al hacerlo, no os equivoquéis, lo creen de veras, ¡eso es lo más increíble de todo!
¡Cuando la educación, por coger sólo una de estas medallas, acabó con el “Buenos días” recíproco!
Sólo en un caso mi sonrisilla compasiva se transforma en un verdadero fruncir el ceño, y es un caso muy usual, por desgracia.
¿A quién de vosotros, tras un periodo de silencio, generalmente roto por la otra persona mil veces, por ansiedad, por pura ansiedad, no porque tuviera nada que decir, no le ha dicho su interlocutor algo así como: “¿Qué, no tienes nada qué contar?”
Todo esto con una sonrisilla de superioridad, algo parecido a: “Yo soy mejor que tú, más moderno, más espontáneo, pobrecillo, ojalá fueras tan guay y tan sociable como yo”.
El muy idiota no tiene nada que decir, cosa comprensible y natural en muchos casos, pero va y te suelta esa preguntita (muestra patente de idiocia cretinoide, como comprenderéis) y ahí ya esa persona comete un error imperdonable.
Pero estos son los frutos de nuestra sociedad y de nuestra cultura, los valores que se difunden. El silencio, lo repito, es tabú. Como otras tantas cosas... (cuando el silencio es tan natural como la palabra, en ciertas situaciones).
Alguna mente ágil ya estará extrapolando todo esto que cuento, que parece muy concreto, a algún ámbito más general. Y no estará equivocado al hacerlo. Incluso diría que es “necesario” hacerlo.
Pero bueno... sea tomado esto que digo de forma estricta o lata, a gusto del lector. Como una anécdota o como un principio general, ¡qué más da!
Yo ya me he cansado de escribir. Que la discusión, pues, siga en vuestras mentes.
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15-feb-2005
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yo creo q tienes razon en el fondo todos somos muy similares ante esas cosas.
los silencios entre 2 personas a quien no le causan ansiedad o malestar.
lo veo logico.
pero cmo nosotros sabemos q esas situaciones pueden crear ansiedad nos lo tomamos un poco mas pasota.
tambien y esto no tiene na q ver a veces estao con otra persona esperando a algo yo he hablao y no me han contestao.
y ya no se si no se contesta por ansiedad tambien o por saber q si he hablao es por ansiedad ante esa situacion.
el caso es q todos somos muy parecidos tenemos el don de la comunicacion verbal y nos vemos como obligaos a hacer uso de ella.ante ciertas situaciones.
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15-feb-2005
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De la unión de un pedante con una sala de dentista surge esto:
De Oliverio Girondo:
Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un meadero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.
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15-feb-2005
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cierto.... conozco la espontaniedad y nunca la he visto ni de lejos cerca a la ansiedad ....obiamante para ser libres hay que romper esquemas pero si el temor a romperlos...que contrariedad no?..pero si se puede!.........
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15-feb-2005
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Hola, Carcomo.
No sé si tú eres una persona extravertida o introvertida.
Yo, por mi parte, soy una persona introvertida, es decir, el 80% de mi tiempo no necesito comunicarme. Me basta con lo que encuentro dentro de mí: mis pensamientos, mis sentimientos, mis actividades...
Eso sí, ese 20% restante de mi tiempo lo dedico a la comunicación (pues todos necesitamos comunicar, todos somos animales sociales).
Una persona extravertida necesitaría otra proporción: un 80% de comunicación y un 20% de soledad o de refugio en sí mismo.
Y luego, entre medias, hay infinitud de grados, claro está.
Digo esto, porque cuentas que muchas veces has dicho algo al toparte con alguien y este alguien no te ha contestado, o te ha contestado con un monosílabo.
Analízate por un momento: ¿dijiste ese algo porque necesitabas decirlo, porque querías decirlo? ¿O simplemente por la ansiedad de la situación, el “qué pensará este tío de mi silencio””, o el “uff, este silencio me está matando...”?
Y esa otra persona... ¿por qué crees que no te habrá contestado más que con un “sí” o un “no”, o un “bueno”?
Quizás, sencillamente, porque no tenía nada que decir, quizás estaba pensando un cuento en su introversión, como yo en la consulta, y tus palabras sólo le distraían. Él quizás no quería ni necesitaba comunicarse, vaya, en aquel momento.
No sé si te lo tomaste mal, Carcomo, pero de ser así, no tenías por qué.
Yo a veces he hablado en los ascensores o en las salas de espera y me ha pasado lo mismo. Te pondré un ejemplo: cierto día nevó y a mí me encanta la nieve, yo estaba exultante. Quería compartir eso con alguien, me topé con un vecino en las escaleras y le dije: “Jo, cómo está nevando, eh, esta tarde me subo al monte, fijo”, y traté de entablar una conversación con él sobre eso, sobre la nieve, que a mi me había fascinado aquella mañana. Si hubiera sido otro día, otro momento, hubiera pasado, le hubiera dicho: “Buenos días”, al pasar, y no hubiera dicho ni mú.
La otra persona no me contestó apenas, el tema no le interesaba o quizás estaba en sus cosas, no lo sé ni podré saberlo, salvo si le pregunto, claro está.
Pero yo no me lo tomé a mal. Esas cosas pasan, es lo más natural, y no hay nada de malo en ello, ni de maleducado, ni de poco amable. Otra cosa es si yo le hubiese comentado algo y hubiera pasado de mí totalmente, pero traduzco tu “no me contestó nada”, por un “me contestó con un monosílabo” o un “mmm..” o un “bueno..:”, o una sonrisa, esas cosas que se dicen cuando no estamos muy interesados en algo o no tenemos nada que decir, ya sabes.
Yo cuando esta chica me habló, contesté, lacónicamente, claro, porque no me interesaba mucho la historia, pero contesté. Suelto cuatro monosílabos o cinco “mmms”, media docena de sonrisas, y la otra persona se da por enterada de que no quiero hablar. Y problema acabado. Si se lo toma a mal, está equivocándose. Ella necesitbaa comunicarse en ese momento, yo no. Eso es todo, no pasa nada.
Por otra parte, si yo tengo un control de las emociones mayor que el resto de las personas, Carcomo, es lógicamente por mi fobia, y la represión que ha supuesto. He aprendido a reprimir, que es una forma exagerada de control. Yo me paso. Pero sé también que mi objetivo está en el punto medio, en el control de las emociones dentro de mi introversión natural, sin reprimir. Eso es lo que busco. No lo que hoy parece buscarse y venderse, que es el otro extremo a lo que yo he vivido.
Pero a lo que iba. Carcomo: hoy lo que se vende es la “extraversión”, la “espontaneidad”, el “haz lo que te salga, sé natural”, el “comunícate”. Siempre y en todas las ocasiones. Y he ahí el error.
Muchas personas que no son totalmente extravertidas, o que son introvertidas, se ven obligadas (muchas veces sin ser conscientes de ello) a representar el papel del “extravertido”, que como digo se ha elevado a sinónimo de “tío guay”.
Nos venden un modelo único e imaginario, vaya, allí donde realmente no hay sino cantidad de personas distintas.
Hay mucha gente que, por su extraversión, se ve impulsada a comunicarse en el 80% de las situaciones, y de su tiempo. Perfecto. Eso es natural, y comprensible en ese tipo de personas. La insatisfacción de esa necesidad en una determinada situación le crearía ansiedad, y por eso es la primera en hablar, sobre lo que fuera. Bien, no puede tolerar esa ansiedad correspondiente a su naturaleza, y rompe a decir algo. Pero en cada vez más personas, este gesto natural, propio, se ha convertido en algo así como un ademán artificial, no sé si me explico.
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15-feb-2005
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no me sienta mal.es normal lo mismo se contesta en esas situaciones o no.
a veces yo mismo estando esperando pa el medico me he puesto a hablar o me he quedao callao.
dependen muchas cosas.
por eso no molesta
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15-feb-2005
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Yo lo que hago en el dentista o en cualquier sala de espera es coger una revista y no levantar la cabeza.
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15-feb-2005
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Hola Sigurd, la verdad es que esa situación es bastante embarazosa. Eso de estar en la sala de espera de un dentista y que alguien te hable sin conocerte, y que por tanto no tengas una conversación sobre ningún tema con esa persona, porque es la primera vez que conversas con ella, debe de ser un marrón. Yo, en mi caso particular, tengo el récord de tiempo sin hablar ni una sola palabra e situaciones de esas, si no me pregunta alguien algo o me habla, yo me quedo yendo a mi bola todo el rato y pensando en mis cosas. Yo no soy capaz de romper el silencio en esas situaciones. Este verano, por ejemplo, en un viaje de 3 horas que hice en autobús, había sentada cerca de mí, en el asiento de delante una chica muy guapa, pero yo tampoco la molesté ni le dije nada durante el viaje, lógicamente. Yo, ya te digo, si no está interesado o interesada alguien en hablarme, no me atrevería a hablar con una persona por miedo a moelstarla, y porque habrá gente que sea como yo, y que sienta desconfianza en hablar con alguien extraño.
Agur Sigurd!!
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15-feb-2005
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Bueno la verdad es q hoy en día se considera la espontaneidad como el súmum de la bondad o cuanto menos de la antimaldad, se ha llegado a pensar q cualquier cosa q hagas, si es espontánea, está bien hecha. Muchas veces me lo han dicho a mí, muchas personas, con el cuento de la introversión:"tú di lo primero q se te venga a la cabeza, porq si es espontáneo será bueno". Yo creo q esto sucede porq se relaciona el "pensar" o "reflexionar" con la maldad, con la premeditación, personas calculadoras y frías. Por tanto, si actúas espontáneamente no puedes ser malo, ya q no reflexionas. Como el ser humano es bueno por naturaleza, cualquier acto espontáneo suyo será bueno. Nada más lejos de la realidad. ¿O es q nadie ha tenido pensamientos de hacer alguna maldad espontáneamente?. Cuando el otro día me quitaron el aparcamiento, sentí el espontáneo deseo de embestirle con mi ford. Pero en fin...
Esto nos lleva a porq el silencio crea ansiedad, y es porq si no hablas, estás pensando, y si estás pensando es q es algo malo obvio (¿q estará tramando?). Por algún otro post leí q la ignorancia está bien vista hoy por hoy, es más de lo mismo. Todo lo q sea reflexivo, intelectual y mental es necesariamente oscuro. O lo mismo q se suele decir, "si calla es porq oculta algo", dicho q he sufrido en mis carnes infinidad de veces, en especial por aquellos más palurdos de lo normal.
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15-feb-2005
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jaja creo q el récord lo tengo yo vergatos: viaje en autobús de Algeciras a Vigo - 16 horas ni una sola palabra
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