Dios me libre de la ambición de aconsejar a nadie por el mero hecho de haber superado la treintena de primaveras pues no me otorga ello mayor rango de legitimidad de hacerlo para con los foreros de edades más bisoñas.
Pero también tuve 20 años y a raíz de un intercambio de mensajes con otra usuaria he caído en la cuenta de otro grave error lamentablemente no poco frecuente en las juventudes actuales.
Este no es otro que la ausencia de un proyecto personal de futuro. Siguiendo con la ya manida metáfora ferroviaria, es difícil llegar a subirse a algún tren cuando se ignora completamente a dónde se quiere ir.
El servidor que estas líneas escribe fue un auténtico barco a la deriva en su juventud. Se me hacía difícil pensar en el devenir pues me veía incompetente para afrontar con éxito cualquier suerte de aventura existencial. Entonces, como barcaza a merced de la marea me limité a existir. Nunca supe lo que quería hacer en la vida (y es posible que hoy en día siga sin saberlo
). Estudié una carrera universitaria por el mero hecho de que “algo hay que estudiar, lo que sea”. Así me ha lucido posteriormente la pelambrera, desarrollando actividades laborales muy por debajo de mi cualificación académica. En el terreno personal, otro tanto más de lo mismo.
Lo importante en esta senda sinuosa que sólo unos pocos privilegiados aciertan cuando la llaman “vida”, es tener ilusiones y fuentes de motivación, si se pierde ésto, uno se acaba convirtiendo en un zombie como esos de las películas de serie B. Cuando se tiene algo digno por lo que luchar, pocas tribulaciones pueden desviarnos del camino, incluida la fobia social esa de los cojones.
Buscad vuestras fuentes particulares de motivación, esa fuerza que os impulse a seguir adelante con valentía. Pensad con calma y sosiego lo que os gustaría hacer a corto, medio y largo plazo con vuestra existencia. Desarrollad el proyecto de futuro del que os hablaba y no lo hagáis condicionados por el miedo ni escatiméis en uno solo de vuestros sueños, pues las peores barreras que nos restringen el paso son las que uno mismo se ha levantado. Utilizad siempre esa imagen de la estación a la que queréis llegar como foco inmanente de energía para encarar con solvencia y seguridad las vicisitudes del trayecto. Tal vez no llegéis al destino propuesto pero lo importante es recorrer rutas y caminos.
Porque de lo que estoy seguro es que no queréis permanecer para la eternidad en la estación y levantaros un día lamentándoos por las experiencias que no vivisteis, las personas que no sedujisteis o la profesión que no ejercisteis, ¿verdad?