El temible límite es el de los 90 y pico años, cuando muchos tendremos demencia senil (por lo menos) y ya no importará una mierda si vivimos lo que teníamos que vivir antes de los 30 o no, porque ya podremos darnos por satisfechos si nos acordamos de nuestro nombre. Y quienes conservemos la memoria intacta estaremos todos igual de jodidos, la vejez iguala a los que fueron putos amos con los que fueron losers en sus años mozos.