Hola a tod@s, ¿qué tal va la vida?
En primer lugar he de decir que aunque no nos conocemos personalmente me siento cercano a vosotros depués de haber leído los posts de este foro. Efectivamente, comprendo vuestros sentimientos respecto al tema de la sudoración porque yo también lo he pasado mal al respecto.
En segundo lugar quería expresar que pienso que sois valientes por haberos atrevido a compartir unos sentimientos tan íntimos y dolorosos con el resto de usuarios del foro. Así que siguiendo vuestro ejemplo me gustaría compartir con vosotros mi experiencia respecto al sudor de las manos.
Actualmente tengo 35 años, cuando rememoro mi infancia no recuerdo que me sudaran las manos especialmente. Tal vez ya me sudaran pero como no le daba importancia, pues como si nada. Fue más bien en la adolescencia cuando empecé a notar que había situaciones en qué me sudaban las manos. ¿Qué os voy a contar sobre la adolescencia que no sepáis?
Pues eso, que empecé a preocuparme y a sentirme mal cuando los demás lo notaban. Claro a esas edades supongo que uno busca ser aceptado y desde mi punto de vista el sudor de las manos era como algo inaceptable y me sentía culpable. La gente a veces también puede ser un poco cruel sin pensarlo. Un comentario despectivo sobre una peculiaridad física puede hacer mucho daño a una persona sensible ya que se siente excluida y rebajada.
Lamentablemente ese era mi caso y por lo que he leído también el vuestro.
A partir de ahí, cuanto más atención le prestaba al sudor de las manos, más me preocupaba y más me acomplejaba. Trataba de evitar las situaciones cotidianas en que las personas se dan la mano: saludos, ir a misa, flirtear con chicas... Y por supuesto me preocupaba por adelantado por las posibles situaciones que el sudor de las manos me pudiera poner en evidencia.
Con el tiempo fui probando algunos remedios antitranspirantes: toallitas, geles, el aparato DRIONIC de la iontoforesis. Este último me dio cierto resultado. Incluso pensé en someterme a esa operación que dicen que elimina el sudor no deseado de las manos.
Supongo que con el tiempo las personas maduramos. Ahora me he dado cuenta que mis manos están perfectamente. Al ir conociéndome mejor he comprendido que en mi caso el origen del sudor está en la ansiedad o en el estrés con que afronto las situaciones. El resultado de la persona que soy está en parte en la persona que fui. Recordando mi infancia -que en general fue buena- recuerdo que yo era un niño con tendencia a estresarme. Tal vez algunos profesores de la vieja escuela que tuve no ayudaron pues ya de pequeño solía ir estresado con su severidad.
Desde mi punto de vista, el sentimiento de estrés prolongado en la tierna infancia pudo modelar mi sistema nervioso cuando aún se estaba formando haciéndome más sensible y excitable a partir de la adolescencia. Y claro, en mi caso el sudor de las manos sólo es la respuesta del cuerpo a la situación de estrés percibida.
Por tanto, al tener más tendencia a ponerme nervioso o en guardia ante situaciones cotidianas, también tengo más tendencia a sudar. Es por ello que ahora creo que el sudor en si mismo no es malo. Lo que es malo es la causa que lo provoca que es una excesiva hipersensibilidad.
De manera que desde hace mucho he abandonado todos esos tratamientos antitranspirantes -que en el fondo pienso que son unos sacaperras- y por supuesto ni se me pasa por la cabeza operarme (desde mi punto de vista una operación siempre conlleva riesgo, por tanto ha de reservarse como último recurso a un problema de salud grave y, por supuesto el sudor de las manos no lo es)
En resumen y para ir acabando, el sudor de las manos en mi caso creo que tiene que ver con la mente y con los condicionantes negativos con los que asocio el sudor. Por tanto he decidido entrenarme en ese sentido con la práctica regular de la meditación y ejercicios de relajación como la sofrología. Yo siento que estas prácticas me van bien. Me siento más relajado y con una nueva actitud ante la vida.
El creer en Dios también me ayuda a tener una perspectiva más amplia de la vida: si Dios nos perdona, ¿por qué no vamos a perdonarnos nosotros? Sé que esto que os diré suena un poco cursi pero si alguna vez me viene la tentación de acomplejarme por el sudor de las manos me imagino que Dios está a mi lado y me susurra: "Ánimo campeón que todo está bien" entonces puedo sentir que la importancia de las cosas es relativa y que lo que parecía una montaña sólo era un grano de arena. Efectivamente, "para el que cree todo es posible"
P.S. Os dejo mi e-mail por si queréis que intercambiemos impresiones:
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Que os vaya lo mejor posible!