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Antiguo 08-mar-2012  

Imaginación es el lugar donde habito, porque es el único sitio donde encuentro agua y comida. Es el país más frondoso, fértil y seguro de los que conozco. Sus escenarios son infinitos y los recorro infatigable mediante los medios de locomoción más livianos. El paisanaje está a la altura del paisaje. Los colores son sabores, los olores son tangibles. Los sonidos se respiran y los pensamientos son visibles. Allí el diccionario es reducido a la mitad: no existe la palabra cautividad, ni dolor, ni desesperanza, ni soledad...

No me destierres nunca, verdadera patria, porque no tengo a dónde ir...
 
Antiguo 09-mar-2012  

Cita:
Iniciado por Auto-Obstáculo Ver Mensaje
Imaginación es el lugar donde habito, porque es el único sitio donde encuentro agua y comida. Es el país más frondoso, fértil y seguro de los que conozco. Sus escenarios son infinitos y los recorro infatigable mediante los medios de locomoción más livianos. El paisanaje está a la altura del paisaje. Los colores son sabores, los olores son tangibles. Los sonidos se respiran y los pensamientos son visibles. Allí el diccionario es reducido a la mitad: no existe la palabra cautividad, ni dolor, ni desesperanza, ni soledad...

No me destierres nunca, verdadera patria, porque no tengo a dónde ir...
Eres bueno, viejo. Escribes historias o algo en algun lugar de internet?
 
Antiguo 09-mar-2012  

Yo suelo imaginar mi vida siendo rico, 0 problemas económicos, haciendo lo que de verdad quiero hacer y me gusta que en la actualidad por el dinero es imposible.

Y luego me imagino en la ruina sin un céntimo viviendo debajo de un puente sin trabajo ni futuro.

Es como un boomerang, los pensamientos negativos se van, pero luego siempre vuelven ahaha

Y casi siempre esos pensamientos negativos creo que me los merezco como castigo, aunque no se que castigo, por ser un fracasado? que le vamos a hacer
 
Antiguo 09-mar-2012  

Les voy a traer tres fragmentos de la novela "Noches Blancas" de Dostoievski, la cual les había mencionado en un post anterior. Sé que hay muchos lectores curiosos en el foro que los leerán.
Aquí el primer fragmento:

"-Lo que oye usted, Nastenka (me parece que no me cansaré ya nunca de llamarla Nastenka),
lo que oye usted es que en esos rincones viven unas gentes extrañas: los
soñadores. El soñador -si se quiere una definición más precisa- no es un hombre ¿sabe
usted? sino una criatura de género neutro. Por lo común se instala en algún rincón
inaccesible, como si se escondiera del mundo cotidiano. Una vez en él, se adhiere a su
cobijo como lo hace el caracol, o, al menos, se parece mucho al interesante animal, que es
a la vez animal y domicilio, llamado tortuga. ¿Por qué piensa usted que se aficiona tanto
a sus cuatro paredes, inde fectiblemente pintadas de verde, cubiertas de hollín, tristes y
llenas de un humo inaguantable? ¿Por qué este ridículo señor, cuando viene a visitarle
uno de sus raros conocidos (pues lo que pasa al cabo es que se le agotan los amigos), por
qué este ridículo señor le recibe tan turbado, tan alterado de rostro y en tal confusión que
se diría que acaba de cometer un delito entre sus cuatro paredes, que ha fabricado billetes
falsos, o que ha compuesto algunos versecillos para mandar a alguna revista bajo carta
anónima en la que declara que el verdadero autor de ellos ha muerto ya y que un amigo
suyo considera deber sagrado darlos a la estampa? Diga, Nastenka, ¿por qué no cuaja la
conversación entre estos dos interlocutores? ¿Por qué ni la risa ni siquiera una frasecilla
vivaz brotan de los labios del perplejo visitante, quien en otras ocasiones ama la risa, las
frasecillas vivaces los comentarios sobre el bello sexo y otros temas festivos? ¿Por qué
también ese amígo, probablemente reciente, en su primera visita (porque en tales casos
no habrá una segunda, ya que ese amigo no volverá), por qué también el amigo se queda
azorado, lelo, a pesar de toda su agudeza (si efectivamente la tiene), mirando el torcido
gesto del dueño, quien por su parte ha tenido ya tiempo bastante para embrollarse por
completo tras los esfuerzos tan titánicos como inútiles que ha hecho por avivar la conversación,
por mostrar su propio conocimiento de las cosas mundanales, por hablar a su vez
del bello sexo y aun por agradar humildemente a ese pobre hombre que allí nada tiene
que hacer y que ha venido por equivocación a visitarle? ¿Por qué, en fin, el visitante coge
de pronto su sombrero y sale disparado, habiendo recordado de pronto un asunto
urgentísimo que por supuesto no existe, una vez que ha librado la mano del cálido
apretón de la del -dueño, quien trata en vano de mostrar su contrición y recobrar el
terreno perdido? ¿Por qué el visitante, traspasada la puerta de salida, suelta la carcajada y
jura no volver a visitar a ese sujeto estrafalario, aunque ese sujeto estrafalario es en
realidad un chico excelente? ¿Por qué, con todo, el visitante no puede resistir la tentación
de comparar, siquiera forzadamente, la cara de su amigo durante la entrevitsa con la de
un gato infeliz que han maltratado, vapuleándolo y aterrorizándolo a mansalva, unos
niños quienes, habiéndolo capturado insidiosamente, lo han dejado hecho una lástima?
¿Gato que logra por fin meterse debajo de una silla, en la oscuridad, donde se ve obligado
a pasar una hora entera, erizado todo él, dando resoplidos, lavándose las heridas
recibidas, y que durante largo tiempo, mirará con desvío la naturaleza y la vida, incluso
los restos de comida que de la mesa del amo le guarda, compasiva, una ama de llaves ... ?
-Oiga interrumpió Nastenka, que me había escuchado todo ese tiempo absorta, con los
ojos y la boca abiertos-. Oiga, yo no sé por qué ha ocurrido todo eso ni por qué me hace
usted esas preguntas ridículas. Lo que sí sé de cierto es que sin duda todas esas aventuras
le han ocurrido a usted -tal como las cuenta.
-Ni que decir tiene -contesté yo con cara muy seria.
-Bueno, si es así, siga -prosiguió Nastenka-, porque me interesa mucho saber cómo
termina la cosa.
-¿Usted quiere saber, Nastenka, qué hacía en su rincón nuestro héroe, o, mejor dicho,
qué hacía yo, porque el héroe de todo ello soy yo, mi propia y modesta persona? ¿Usted
quiere saber por qué me alarmó y turbó tanto la visita inesperada de un amigo? ¿Usted
quiere saber por qué me solivianté y me ruboricé tanto cuando se abrió la puerta de mi
cuarto? ¿Por qué no sabía recibir visitas y por qué quedé aplastado tan vergonzosamente
bajo el peso de mi propia hospitalidad?
-Sí, sí -respondió Nastenka-. De eso se trata."


Más adelante posteo el segundo..
 
Antiguo 09-mar-2012  

Aquí el segundo fragmento:

"-Prosigo. Hay en mi día, Nastenka, amiga mía, una hora que aprecio
extraordinariamente. Es la hora en que han terminado los negocios, el trabajo, las obligaciones,
y la gente regresa apresuradamente a casa para comer y descansar. En camino
piensa en cosas agradables que hacer durante la velada, la noche y todo el tiempo libre de
que dispone. A esa hora también nuestro héroe (y permítame, Nastenka, que hable en
tercera persona, porque en primera me resultaría sumamente vergonzoso decirlo), repito,
a esa hora también nuestro héroe, que como todo hijo de vecino tiene sus ocupaciones,
vuelve a casa con los demás. En su rostro pálido y surcado de arrugas se dibuja un
extraño sentimiento de satisfacción. Mira con interés el crepúsculo vespertino que se
apaga lentamente en el cielo frío de Petersburgo. Cuando digo que mira, miento. No mira,
sino que contempla distraídamente, como si estuviera fatigado o preocupado de algo más
interesante en ese momento. De modo que quizá sólo fugazmente, casi sin querer, puede
ocuparse de lo que le rodea. Está satisfecho porque se ha desembarazado hasta el día
siguiente de asuntos enojosos, y está alegre como un colegial a quien permiten que deje el
banco de la escuela para entregarse a sus travesuras y juegos favoritos. Obsér vele de
soslayo, Nastenka, y al punto verá que esa sensación de gozo ha influido ya de manera
positiva en sus débiles nervios y en su fantasía morbosamente irritada. Mire, está
pensando en algo... ¿En la comida quizá? ¿En cómo va a pasar la velada? ¿En qué fija los
ojos? ¿En ese caballero de aspecto importante que saluda tan pintorescamente a la dama
que pasa junto a él en un espléndido carruaje tirado por veloces caballos? No, Nastenka.
Ahora no le importan nada esas menudencias. Ahora se siente rico de su propia vida. De
pronto, por un motivo ignorado, se sabe rico. Y no en vano el sol poniente le lanza un
alegre rayo de despedida y despierta en su tibio corazón todo un enjambre de impresiones.
Ahora apenas se da cuenta del camino en el que poco antes le hubiera llamado la
atención la minucia más insignificante. Ahora la «diosa Fantasía» (si ha leído usted a
Zhukovski, querida Nastenka) ha bordado con caprichosa mano su tela de oro y ha
mandado, para que las desplieguen ante él, alfombras de vida inaudita, milagrosa. ¿Quién
sabe si no le ha transportado con su mano mágica de la acera de excelente granito por la
que vuelve a casa al séptimo cielo de cristal? Trata usted de detenerle ahora, de
preguntarle dónde se encuentra ahora, por qué calles va. Lo probable es que no recuerde
ni por dónde va ni dónde está en ese momento, y enrojeciendo de irritación soltará sin
duda alguna mentira para salir del paso. Por eso se sorprende, está a punto de lanzar un
grito y mira atemorizado a su alrededor cuando una anciana venerable le detiene
cortésmente en la acera para pedirle direcciones por haberse equivocado de camino.
Sigue adelante con el entrecejo fruncido de enojo, sin percatarse apenas de que más de un
transeúnte se sonríe al verle y se vuelve a mirarle cuando pasa, ni de que una muchachita,
que le cede tímidamente la acera, rompe a reír estrepitosamente, hecha toda ojos, al ver
su ancha sonrisa contemplativa y los aspavientos que hace. Y, sin embargo, esa misma
fantasía ha arrebatado también en su vuelo juguetón a la anciana, a los transeúntes
curiosos, a la chica de la risa y a los marineros que al anochecer se sientan a comer en las
barcazas con las que forman un dique en la Fontanka (supongamos que nuestro héroe
pasa por allí a esa hora). Ha prendido traviesamente en su lienzo a todo y a todos, como
moscas en una telaraña. Y con esa riqueza recién adquirida el tipo estrafalario entra en su
acogedora ma driguera, se sienta a cenar, termina de cenar y al cabo de un rato se
despabila sólo cuando la pensativa y siempre triste Matryona, la criada que le sirve,
levanta los manteles y le da la pipa. Se despabila y recuerda con asombro que ya ha
cenado, sin darse la menor cuenta de cómo ha ocurrido la cosa. La habitación está a
oscuras. La aridez y la tristeza se adueñan del alma de nuestro héroe. El castillo de sus
ilusiones se ha venido sin estrépito, sin dejar rastro, se ha esfumado como un sueño; y él
ni siquiera se percata de que ha estado soñando. Pero en su pecho siente todavía una vaga
sensación que lo agita ligeramente. Un nuevo deseo le cosquillea tentadoramente la
fantasía, la estimula e imperceptiblemente suscita todo un conjunto de nue vas quimeras.
El silencio reina en la pequeña habitación. La soledad y la indolencia acarician la
fantasía. asta se enciende poco a poco, empieza a bullir como el agua en la cafetera de la
vieja Matryona, que tranquilamente sigue con sus faenas en la cocina, preparando su
detestable café. La fantasía empieza a desbordarse entre alguna que otra llamarada. Y he
aquí que el libro cogido al azar, maquinalmente, se le cae de la mano a mi soñador, que
no ha llegado ni a la tercera página. Su fantasía despierta de nuevo, está en su punto. De
pronto, un mundo nuevo, una vida nueva y fascinante, resplandece ante él con brillantes
perspectivas. Nuevo sueño, nueva felicidad. Nueva dosis de veneno sutil y voluptuoso.
¿Qué le importa a él nuestra vida real? ¡A sus ojos hechizados, usted, Nastenka, y yo
llevamos una existencia tan apagada, tan lenta y desvaída, estamos todos, en su opinión,
tan descontentos con nuestra suerte, nos aburrimos tanto en nuestra vida! En efecto, fíjese
bien y verá cómo a primera vista todo es frío, lúgubre y, por así decirlo, enojoso entre
nosotros. «¡Pobre gente!» piensa mi soñador; y no es extraño que así lo piense. Observe
esas visiones mágicas que de manera tan encantadora, tan sugestiva y fluida componen
ante sus ojos ese cuadro animado y subyugante, en cuyo primer plano la figura principal
es, por supuesto, él mismo, nuestro soñador, su propia persona que rída. Fíjese en las
diversas aventuras, en la infinita procesión de sueños ardientes. Quizá pregunta usted con
qué sueña. ¿Para qué preguntarlo? Sueña con todo, con la misión del poeta, desconocido
primero e inmortalizado después, con que es amigo de Hoffmann, con la noche de San
Bartolomé, con Diana Vernon, la heroína de Rob Roy, con actos de heroísmo en ocasión
de la toma de Kazan por Iván el Terrible, con Clara Mowbray y Effie Deans, otras
heroínas de Walter Scott, con el sínodo de prelados y Huss ante ellos, con la rebelión de
los muertos en Roberto el Diablo (¿se acuerda de la música? ¡huele a cementerio!), con la
batalla de Berezina, con la lectura de poemas en casa de la condesa V.D., con Danton,
con Cleopatra e i suoi amanti, con La casita en Kolomma de Pushkin, con su propio
rincón, junto a un ser querido que le escucha como usted me escucha ahora, ángel mío,
con la boca y los ojos abiertos en una noche de invierno. No, Nastenka, ¿qué le importa a
él, hombre voluptuoso, esta vida a la que usted y yo nos aferramos tanto? A juicio suyo
es una vida pobre, miserable, aunque no prevé que también para él acaso sonará alguna
vez la hora fatal en que por un día de esta vida miserable daría todos sus años de fantasía,
y no los daría a cambio de la alegría o la felicidad, ni tendría preferencias en esa hora de
tristeza, arrepentimiento y dolor puro y simple. Pero has ta tanto que llegue ese momento
amenazador nuestro héroe no desea nada, porque está por encima del deseo, porque está
saciado, porque es artista de su propia vida y se forja cada hora según su propia voluntad.
¡Es tan fácil, tan natural, crear ese mundo legendario, fantástico! Se diría, en efecto, que
no es una ilusión. A decir verdad, en algunos momentos, está dispuesto a creer que esa
vida no es una excitación de los sentidos, ni un espejismo, ni un engaño de la fantasía,
sino algo real, auténtico, palpable. Dígame, Nastenka, ¿por qué en tales momentos se
corta el aliento? ¿Por qué arte de magia, por qué incógnito arbitrio se le acelera el pulso
al soñador, se le saltan las lágrimas, le arden las mejillas humedecidas y se siente
penetrado por un inmenso deleite? ¿Por qué pasan en un segundo noches enteras de
insomnio, en gozo y felicidad inagotables? ¿Y por qué, cuando la aurora toca las ventanas
con sus dedos rosados y el alba ilumina el cuarto sombrío con su luz incierta y fantástica,
como sucede aquí en Petersburgo, nuestro soñador, fatigado, extenuado, se deja caer en el
lecho, presa de un sopor causado por la exaltación enfermiza y aberrante de su espíritu, y
con un dolor de corazón en que se mezclan la angustia y la dulzura? Sí, Nastenka, nuestro
héroe se engaña y cree a pesar suyo que una pasión genuina, verdadera, le agita el alma;
cree a pesar suyo que hay algo vivo, palpable, en sus sueños incorpóreos. ¡Y qué engaño!
El amor ha prendido en su pecho con su gozo infinito, con sus agudos tormentos. Basta
mirarle para con vencerse. ¿Querrá usted creer al mirarle,- querida Nastenka, que nunca
ha conocido de verdad a la que tanto ama en sus sueños desenfrenados? ¿Es posible que
tan sólo la haya visto en sus quimeras seductoras, que esta pasión no sea sino un sueño?"

Última edición por Diskant; 11-mar-2012 a las 06:07.
 
Antiguo 09-mar-2012  

Cita:
Iniciado por Introvertida_91 Ver Mensaje
Las decisiones que he tomado son las que determinan mi presente, conduciéndome poco a poco por los caminos de aciertos y desaciertos que conllevan cada paso.
Es allí donde entra a jugar mi imaginación, la inquietud, el cuestionamiento, la necesidad de saber ¿Qué sería de mi si...?
¿Y si yo hubiera…?
¿Y si decidiera ir a...?
¿He calculado mal y en este momento no soy lo que debería?
¿Soy una invención estropeada?
Para resolver estas dudas me sumerjo en un mundo paralelo en el cual también he sido, he tenido y he perdido.
También me suele suceder que creo realidades alternativas donde he tomado tal o cual decisión que afectarían el resto de mi vida, como dice en esas realidades he sido, he tenido y he perdido.
Cita:
Iniciado por V-de-Virginia Ver Mensaje
Yo he creado una Ciudad-Estado (utopía) totalmente completa y sin dejar escapar detalle alguno.

En esa ciudad VIVO [mentalmente], pero (ahora) trato de no perder tanto contacto con la realidad y así poder realizar ese sueño. En realidad no es la gran cosa... no es ninguna utopía hippie o naturalista ni tampoco una utopía futurista de ciencia-ficción, pero es mucho mejor que mi ciudad y -en mi opinión- que cualquier otra en el mundo.
Yo he creado mi propia utopía que según yo es superior a cualquier nación humana, ahí escapo cuando me siento abrumado por la sociedad en la que vivo.

Cita:
Iniciado por V-de-Virginia Ver Mensaje
También imagino alternativas a la continuación (o el final) de mis series favoritas y, a veces, de películas. O les invento un spin-off... más que todo a las series, aunque a veces también a las películas.
En mi mente he creado finales alternativos, spin-off y crossover de mis series favoritas, me planteo que podría pasar tal o cual situación; le agrego personajes y por supuesto yo mismo también aparezco como personaje de aquellas series.

Cita:
Iniciado por V-de-Virginia Ver Mensaje
Invento (mentalmente) dibujos animados. Pero tengo una más rara costumbre de imaginación aún: cada vez que siento una emoción fuerte, y más que todo si es negativa, invento personajes e historias en las que yo les paso esas emociones a los sujetos imaginarios... hago que resuelvan sus problemas, o que se suiciden por ellos, y esas emociones se van.

Me resulta más fácil "empatizar" con personajes ficticios (tv, cine) que con personas reales.
Creo que los personajes que creamos muchas veces reflejan mucho de nosotros asi que es fácil sentir empatía hacia ellos.

Cita:
Iniciado por V-de-Virginia Ver Mensaje
Antes imaginaba otras cosas... historias que escribía, escribía, escribía... y a la noche, si no me pongo a imaginar algo, no puedo dormir. A la siesta hago lo mismo si es que me propongo dormir una siesta. Siempre fue así, no sé cómo hay gente que puede dormir con la mente en blanco.
Dormir sin antes escapar a mi imaginación es algo imposible para mí.
Cita:
Iniciado por V-de-Virginia Ver Mensaje
Otra cosa rara que hago es imaginar conversaciones (y relaciones) con gente que conozco. Y me río sola, la gente normalmente lo nota y cuando pregunta de qué me río no sé qué decir, sería demasiado complicado explicarlo. En ese momento no estoy en contacto con la realidad.
Me pasa exactamente lo mismo en mi mente converso con personas que conozco, incluso gente que solo conozco por internet, también invento personas que solo existen en mi imaginación y con ellos alivio mis momentos de trágica soledad.

Cita:
Iniciado por Nenuhar Ver Mensaje
Omra...... es ya lo que nos queda a algunos de nosotros...¿que haríamos si nos quitaran la imaginanción...algunos?
lo miro como un salvamento,una evasión....un fuente ideas.
Que sería si me quitaran la imaginación… ¡Pues no puedo ni imaginármelo!

Ya en serio perder mi capacidad de imaginar seria también sinónimo de perder mi capacidad de crear, seria perder todo mi ser.
Cita:
Iniciado por Verandris Ver Mensaje
Si hubiese un ranking de posts más beneficiosos y saludables, creo que este tendría una muy buena valoración.

¡Enhorabuena! A veces me enorgullezco de pertenecer a este foro. Y sí, yo también imagino, de hecho es mi segunda o tercera profesión. La mente nos da la oportunidad de asentar nuestros mejores deseos en terreno firme. ¿Y quién es nadie para decirnos lo que es real o no es real?

No seré yo quien diga que se debería olvidar la realidad y, al estilo de nuestro eterno Don Quijote, escondernos en un mundo épico de caballeros y princesas pero... de vez en cuando es bueno perderse en las ensoñaciones que nos satisfacen y nos liberan de tensiones y frustraciones de la vida diaria.
Gracias por la valoración positiva que le has dado al post.

Como ya mencione para mi imaginar es crear, y jamás quiero perder esa capacidad creativa.

A veces es bueno perderse en la imaginación siempre y cuando conozcamos el camino de regreso a la realidad.

Cita:
Iniciado por Emily26 Ver Mensaje
Me encanta imaginar o soñar despierta dejar vagar mi imaginacion en civilizaciones pasadas,o recrear las peliculas y series o los libros que mas me gustan metiendome yo de lleno en la historia si es un verdadero placer y sinceramente creo que en mis peores momentos esta cualidad me salvo de volverme loca.
Yo también he combinado mi imaginación con mi fascinación por la historia. En mi mente he sido participe de innumerables hechos históricos y de las más grandes civilizaciones de la antigüedad.
 
Antiguo 09-mar-2012  

No quiero ser aguafiestas, pero lo malo es cuando te pasas más tiempo viviendo en el mundo de la fantasía que en el mundo real. Como dijo W.Allen,
"Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete."
 
Antiguo 09-mar-2012  

Cita:
Iniciado por observador76 Ver Mensaje
No quiero ser aguafiestas, pero lo malo es cuando te pasas más tiempo viviendo en el mundo de la fantasía que en el mundo real. Como dijo W.Allen,
"Odio la realidad, pero es en el único sitio donde se puede comer un buen filete."
"Si lo puedes imaginar lo puedes lograr, si lo puedes imaginar lo puedes crear."
Albert Einstein
 
Antiguo 10-mar-2012  

yo hago eso,pero escuchando musica,si no no puedo imaginarme nada,y me imagino como una persona que quiesiera ser o como quisiera actuar,tambien me imagino cosas malas pero eso quien sabe porque haha
 
Antiguo 10-mar-2012  

...Todos los dias hablo con mis amigos imaginarios via facebook

Creo que en algun momento eso llega a ser algo intoxicante y dañino..
 
Respuesta


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