El orgullo nos impide mostrar nuestro corazón a los demás. Nos impide perdonar y aceptar el perdón cuando otros nos lo piden.
El orgullo impide que pidamos ayuda cuando la necesitamos, nos hace creernos superiores pero por dentro nos sentimos "nada".
Digamos palabras amables a quienes las necesitan, sin pensar en que quizá hagamos el ridículo o nuestro orgullo decaiga...a menudo pensamos que por hacer algo en favor de otro perdemos nuestro orgullo.
Si quitamos ese orgullo que a menudo nos encierra en nosotros mismos, podremos ver la vida desde otro lado, podremos ser más felices y no sufrir tanto, porque a veces una muestra de amor es más poderosa que cualquier cosa del mundo.
Espero que todos podamos dejar de lado el orgullo que podamos tener (sin perder nuestra dignidad, claro), y abramos nuestras manos a otros sin pensar en ningún interés, nada más que en dar.
Lo que sacaremos de todo eso es mucho más bueno de lo que pensamos. Sentiremos paz en nuestro interior.
Un abrazo a todos, cuidaros.