Abbott

Hola chicos, se me ha ocurrido que os dejaré cada 2 o 3 días un relato nuevo y diferente. Son casos 100% reales que se dan en consultas determinadas en las que el especialista trata de ofrecer su ayuda al "paciente", a modo de orientación filosófica. Únicamente se disfraza la intimidad del "cliente" y allegados bajo un nombre de pila ficticio...un pseudónimo.

Los saco de un libro extraordinario que me marcó e impresionó desde la primera página hasta la última. Por supuesto no haré mención al título ni ningún tipo de referencia, por si alguien considera que es publicidad y/o saco algún beneficio lucrativo con esto. Además NO SON COPY PASTE DE NINGUNA PÁGINA, las paso yo con mis tecleos directamente del libro al ordenador y son exclusivas para este foro.

No soy psicólogo ni nada que se le parezca, pero siento la necesidad irrefrenable de compartir esto con vosotros a fin de que cada uno saque sus conclusiones, medite y/o simplemente se divierta y pase un rato agradable leyendo o reflexionando lo que aquí se planteará cada 2 o 3 días hasta que llegue el siguiente relato.

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El DiVáN dEl PsIcOaNaLiStA (Relato 1: Sarah)

SARAH

Cuando Sarah vino a verme estaba sumida en una crisis personal, emocional y filosófica. Ella y su marido Bob caminaban "irremisible e infelizmente" hacia el divorcio, según sus propias palabras y Sarah trataba de decidir si debía volver a casa esa noche o pasar alojada en un hotel todo el fin de semana, y pensar si finalemente dejaría a Bob para siempre.

Ambos eran brillantes profesionales y de común acuerdo no habían tenido hijos.Vivían en una preciosa casa cerca de la playa y con la suma de sus salarios disfrutaban de un estilo de vida bastante acomodado.

Según me dijo Sarah, Bob era un hombre extraordinariamente dificil de complacer, aunque ella inetentaba darle todo lo que le pedía. Sarah asumió la responsabilidad de ocuparse de la casa después de su larga jornada laboral. Cuidaba minuciosamente su aspecto, hacía ejercicio casi a diario y escogía la ropa con sumo cuidado para realzar su esbelta figura. Siempre que había un conflicto por pequeño que fuera, era ella la que cedía. Cuando lo que más le apetecía a Sarah eran unas vacaciones en Italia, Bob prefirió irse dos semanas a la playa en Barbados y fue Sarah quien hizo todos los preparativos para el viaje.

Cuando se le presentó una oportunidad de un ascenso que significaba trasladarse a otra cuidad, la dejó escapar porque Bob no quería mudarse. Si a ella le apetecía ir a cenar a un restaurante japonés y él tenía ganas de comida italiana, iban a un italiano.

Pero cuanto más daba Sarah de sí misma, más crítico se volvía Bob. Cuanto más hacía por él, menos valorada se sentía y notaba que su matrimonio se iba a pique. Bob se quejó de que no había nada que hacer en Barbados, criticó su falta de ambición con respecto a su carrera, no le gustó su nuevo corte de pelo y le parecía que la nueva asistenta que Sarah había contratado no planchaba bien las camisas. Daba la impresión de que Sarah no hacía nada a derechas.

Aún así Sarah no estaba segura de cual sería su proximo paso. ¿Dejaría a Bob?.

Mientras se acercaba al final de su historia, Sarah me contó que su primer matrimonio habia fracasado y le inquietaba el hecho de no haberse esforzado más por salvar la relación. Ahora estaba involucrada en otra relación feliz, temerosa del estigma de haber vuelto a fracasar en el matrimonio. No quería ser una perdedora por partida doble y se prometió a sí misma no cometer dos veces el mismo error.

Sarah había acudido a mi consulta más o menos en la época de su primer divorcio y también durante el período en que empezaron a ir las cosas mal con Bob. Y aunque ahora compredía la importancia que la relación con su padre había tenido en su primer matrimonio, no sabía que hacer con Bob.

Durante una breve temporada, Sarah y Bob incluso fueron juntos a un consejero matrimonial. El consejero les sugirió ciertas técnicas nuevas de comunicación y negociación, pero Bob empezó a reirse de la idea en cuanto salió de la puerta del despacho. Sarah no creía que hubiera ningún problema de entendimiento entre ambos, pero estaba dispuesta a intentar cualquier cosa. Bob se había negado a volver después de las primeras sesiones, diciendo que no eran más que una pérdidad de tiempo y de dinero.

Sarah sentía que la orientación psiquiátrica tradicional no le había sido de ayuda después de su divorcio. Tampoco le estaba sirviendo de nada en su actual situación. Así pues, cuando me oyó hablar por la radio sobre el asesoramiento filosófico, me llamó al instante desde el teléfono del coche para pedirme hora anticipada. Esa misma tarde tuvimos nuestra sesión mas productiva, y nuestra primera conversación sobre si debía dejar a Bob o no. Sabía que se encontraba en una situación de crisis, pero no veía modo de salir de ella.
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Abbott

Antes de aceptar a alguien, evalúo si son buenos candidatos para mi terapia. El caso de Sarah era muy apropiado para una terapia filosófica. Estaba preocupada, pero aún conservaba la calma. Le iba bien en su trabajo, dormía bien por las noches y cumplía como de costumbre con el montón de obligaciones diarias. La gente que sufre graves perturbaciones o disfunciones en su vida cotidiana puede necesitar un mëdico o un psiquiatra y medicarse de forma transitoria antes de acudir a un psicoanalista o consejero filosófico.

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Utilizaré EL PROCESO PEACE para definir el caso de Sarah y la forma en que juntos lo trabajamos...


PRIMERO: El problema

Al enfrentarse al fracaso de su matrimonio, Sarah tenía que decidir si regresar a casa aquella noche o intentar hacer bien las cosas con su exigente marido o irse a un hotel durante el fin de semana y pasar el tiempo reflexionando por su cuenta.

SEGUNDO: Emociones

Sarah sentía frustración, desesperación y rabia ante la perspectiva de volver a casa. Sabía que no podía complacer realmente a Bob aunque lo intentase con todas sus fuerzas y le resultaba difícil conciliar su éxito profesional con su fracaso matrimonial. Además, Sarah también sentía miedo y desesperacion ante la perspectiva de irse a un hotel. Esto podía indicar el principio del fin de su segundo matrimonio; su primer matrimonio ya había fracasado por razones parecidas. No quería que le marcase el estigma de ser incapaz de conservar un matrimonio.

TERCERO: Análisis

En su conversación conmigo, Sarah explicó que sus padres, y en particular su padre del que nunca había recibido ni aprobación ni reconocimiento, la infravaloraban. En consecuencia, creía que no merecía el amor de su padre y de niña suponía que esa falta de amor se debía a una tremenda deficiencia por su parte. Grimes llama pathologos a esta especie de falsa creencia sobre uno mismo, creencia que infecta la capacidad de triunfar y, en su lugar, convierte el propio fracaso en algo autosatisfactorio. El pathologos de Sarah "no merezco el amor de mi padre" se tradujo en sus sucesivos matrimonios en "no merezco el amor de mi marido". Su pathologos la llevaba a casarse con el hombre equivocado y, lo que es peor, a culparse a sí misma cuando el matrimonio fracasaba. Caía en la trampa que ella misma había ideado.

Las dos vertientes del dilema de Sarah (volver a casa o irse al hotel) servían potencialmente para reforzar el pathologos; de cualquier modo no recibiría el amor de su marido y, por tanto, se declararía indigna de él.

Visión e Identificación Filosófica

El papel de Sócrates, tal como se recoge en el diálogo de Platón Teeto o sobre la ciencia, es el de una comadrona filosófica. Todos estamos preñados de ideas y necesitamos una comadrona para que nos ayude a darlas a luz. Pero la comadrona filosófica nos ayuda, además, a diferenciar las ideas que nosotros hemos concebido de aquellas otras (como el pathologos) que, disfrazadas de nuestras ideas, son en realidad unas impostoras muy peligrosas.

Pero la mayor grandeza de mi arte es que puedo probar si la mente (....) está dando a luz a una mera imagen, una impostora o un vástago real y auténtico

PLATÓN

felice_bauer

No he leído nada de nada, pero se me ocurre una cosa, ¡tú eres muy pesao!quiero decir, más de lo normal para lo que son los soporíferos varemos de este foro.

Abbott

¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿??????????? ??????????????????????????????????

A ver si entiendo esto, no lees nada pero juzgas......eeeeemm......en fin...

scor7

esres muy inteligente,espero que eso calme tu complejo.dejale el espacio a gente que realmente quiere expresarse,chau

Abbott

¿¿¿¿¿¿¿¿¿???????????????

Te dejo un regalito compi ya que te encantan las citas jajajaja aquí va una...es de una canción (....os la dedico a tí y a felice_bauer...con amor....)

"Mismos perros con distintos collares"


Y al final de todos tus posts no digas chau...di mejor ....guau jajaja

Gussi

¡¡¡Eso no es psicoanálisis!!! es de un libro de Marinoff (que yo recuerde), es consejería filosófica, interesante, racional, antes pensaba que podía ser lo mio, ahora me doy cuenta que lo racional es solo una pequeña parte del todo.

scor7

bueno aparte de inteligente eres muy simpatico,espero que eso si calme tu complejo,cuidate

Abbott

Si, diste en el clavo compi.

Me pareció más apropiado titularlo El divan del psicoanalista que del consejero filosofico ya que generalmente van unidos en el psicoanálisis moderno. Además si te fijas muchas de las historias son trabajadas por psicólogos también además de ser filósofos.

Yo llevo yendo a un psicoanalista que trabaja además de las emociones, sentimientos etc...es decir todo lo irracional, trabaja sobre la consejería filosófica en general, y opina lo mismo que tú, lo racional es una pequeña parte del todo ya que no puede explicar ese lado emtivo que se nos escapa de las manos.

Gracias por tu post.

Gussi

No se si ya leiste el libro de yhalom: 100 dias con Shopenhauer.
Por ahi se menciona la transformación de un consejero filosófico a psicoterapeuta. Tiene su gracia.