El martes por la tarde nos enviaron un mensaje de la academia que podíamos pasar a buscar el diploma cuando quisiéramos. Ya había decidido quedarme el miércoles por allí para recoger mis cosas y volver a mi guarida con la calma. Así que pensé en ir a buscarlo el mismo miércoles y así ahorrarme un viaje desde mi localidad a la gran urbe más adelante. La verdad es que no apetecía, no estaba muy bien de ánimos, y con la ola de frío que está azotando el país ni me apetecía salir de casa, pero ya puestos, ¿porque no ir en mi horario habitual? Total, hincar un poco más el dedo en la herida no creo que hiciera mucho más daño. Si no era capaz de hacer nada sabiendo que esa sí que iba va a ser la última vez, sabría que nunca sería capaz. Así que me puse en marcha.
Hago la pertinente gestión y me vuelvo para la estación en el horario habitual. Llego un poco antes de lo normal y tengo que esperar unos 5 minutos a tomar el tren. Normalmente llego corriendo y estresado. Menos mal que la estación es subterránea y no hace frío. Me encuentro nervioso, como ningún día antes. No me gusta esa sensación para nada. Por fin llega el tren. Cuando me subo noto que está más vacío de lo habitual. No sé porque, pero hay días que pasa. Quizá la gente se haya animado a coger el coche en lugar del tren debido al extremo frío. Y si, como era de esperar allí está ella, sentada en su sitio. Parece que tiene un abono fijo, porqué el 90% de las veces está ahí, al lado de la ventana.
Hay bastante sitio en el tren, y en su cubículo queda un sitio; sorprendentemente, a pesar de mis temores consigo sentarme en el mismo cubículo (al igual que hice el lunes). Me siento enfrentado a ella y en el lado del pasillo, es decir, quedo en diagonal respecto a ella. Al sentarme, pequeño cruce de mirada de rigor con la gente de alrededor. Y con ella no va a ser menos. En ese momento me doy cuenta que la he cagado. ¿Qué demonios hago ahí? Mi nerviosismo se ha disparado. Me percato que delante tengo a un pivón de cuidado. Cualquier tío estaría babeando... pero a mí en ese momento me daba completamente igual.
Como siempre voy con mi música. Hoy la llevo a un volumen que resulta hasta dañino para mis oídos… cosas de la ansiedad. Saco el móvil y me conecto a internet. Es la excusa para no levantar la cabeza, ya que no me atrevo. Empiezo a navegar sin ton ni son y empiezo a dar vueltas sobre la ridícula situación... Doy un tímido vistazo así de reojo y veo que ella observa a través de la ventana... Me es imposible levantar la cabeza y mirarla directamente. El trayecto dura unos 40 minutos y percibo que se va a hacer muy largo.
Mi cabeza saca humo. En esa situación es imposible que haga nada (en esa, y en otras más favorables...
). ¿Que puedo hacer? Podría intentar averiguar su nombre para realizar un ataque a través de facebook (como se ha comentado por aquí alguna vez), pero no hay manera de hacerlo si no es preguntándoselo, y eso es imposible. Podría probar lo del bluetooth que me sugirieron por aquí... Podría enviarle la canción de Halo, de Beyoncé muy apropiada para mi situación. Pero es que nunca la he visto con móvil, y tampoco escuchando música. Es una cosa rarísima que una persona joven no sea adicta al móvil o vaya escuchando música...
Estamos aún lejos de destino y quiero que eso se acabe, me siento tan ridículo... La única idea que se me ocurre es coger papel y bolígrafo y escribir algo... Me he traído la carpeta (para poner el diploma) y en ella llevo bolígrafo. ¿Pero qué hago? se baja en la misma estación que yo, con lo que no se lo puedo dar y salir corriendo... Si el sitio de su derecha (delante de mí) estuviera libre, podría levantarme un poco antes de que el tren pare y dejarlo ahí. Pero me imagino todo tipo de situaciones, como que me diga, oye, ¡que te dejas esto! O que lo coja y lo lea antes de que el tren se pare del todo y yo pueda salir corriendo...
Simplemente quiero decirle que me siento atraído y que me duele no poder conocerla. Prefiero no dejar ninguna pista de quien soy ya que mis esperanzas son nulas y creo que dejar una pista y no recibir respuesta, me va a doler. Incluso hasta podría tener pareja. Sólo quiero sacar esto de dentro. Afrontarlo. Tengo un tremendo nudo en el estómago.
Si antes el tiempo me pasaba lento, ahora se me empieza a pasar rápido. Llevamos la mitad del viaje aproximadamente. Abro mi carpeta y tomo un papel. Ocultándolo al tío de mi derecha intento escribir el mensaje. No sé que voy a hacer con él pero bueno... Lo hago. Menos mal que los nervios los disimulo bastante bien. Escribo con letra algo grande:
la primera vez que te vi me quedé impresionado.
Me gustaría haberte conocido,
pero mi cabeza me lo ha impedido
y mi corazón en mil pedazos ha quedado.
Bueno, no soy un poeta, es evidente no
?
Lo único que saco en claro, es que no se lo puedo dar en persona, y dejárselo allí es un riesgo que no estoy dispuesto a correr. La única solución que veo es...
Llegamos a la antepenúltima parada. En esta el tren para durante dos minutos aproximadamente. Cuando se abren las puertas, entra una bocanada de aire frío que me deja helado. Ahí empieza mi jugada. Me tengo que bajar del tren. Me levanto todo apresurado y nervioso sin darme cuenta de que tengo el móvil en la falda. Ala, el móvil al suelo, ¿se habrá estropeado? Es un móvil caro, pero se lo saqué gratis a movistar echándole morro. En este momento el móvil es lo que menos importa. Me importa más que todo el mundo se me ha quedado mirando... Lo recojo y salgo del tren. Me quedo al lado de la puerta. Mi idea es la siguiente. Cuando suene el aviso de que se van a cerrar las puertas, acercarme a la venta donde ella está y ponerle el papel delante la cara. Lo saco de la carpeta y espero aproximadamente los 30 segundos que faltan para que pase. No tengo que pensar ¡o me echaré atrás! Que difícil va a ser.
Llega el momento y así lo hago (¡me sorprendo a mi mismo!). Pico sutilmente en la ventana cuando las puertas se empiezan a cerrar y le pongo el papel. Pasan unos 4-5 segundos y el tren se pone en marcha. La cara de sorpresa de las 2 personas que aun quedaban en el cubículo con ella me confirma que el mensaje se ha leído perfectamente... Prefiero no mirarla por respeto y vergüenza.
El tren arranca y me aparto de él; veo como se aleja con su ágil aceleración... y en ese momento me entra un enorme remordimiento por si se ha podido molestar... ¡¡¡A lo mejor está pasando la vergüenza de su vida!!! Me arrepiento de haberlo hecho, pero ya no hay vuelta atrás. Pienso que si me lo hubieran hecho a mí tampoco me hubiera ofendido. Avergonzado sí, pero lo vería como un alago. Aun así me sigo sintiendo mal.
La estación se ha quedado totalmente vacía. Ahora me toca esperar el siguiente tren que pasará dentro de unos 15 minutos. Preveo que van a ser 15 minutos infernales. Hace un frío que pela. Esa brisa me está cortando la piel. ¿Será la brisa o un castigo por lo que he hecho? En esos 12 minutos pasa de todo por mi cabeza. La sensación de fracaso, de desesperanza se agudiza por momentos. Además, no dejo de darle vueltas si la habré ofendido. Empieza a entrar gente a la estación, pero yo me siento más sólo que nunca. Menos mal que tengo mi música rompiéndome los tímpanos...
Por fin llega el siguiente tren, en el que me monto. Al entrar al vagón, el instinto me juega una mala pasada y miro a ese asiento... ¡Tonto de mi, este no es el tren! Me aposento en el primer sitio que veo y me quedo ahí derrotado. Llegamos a destino poco después y espero a que todo el mundo se baje. Me bajo el último y me quedo apartado esperando a que la gente se vaya yendo del andén. Quiero estar lo más sólo posible. Me quedan 20 minutos hasta casa caminando. Entre el frío que hace en la calle y el malestar que me ha quedado me planteo quedarme ahí un buen rato con el calorcito de la estación (subterránea), pero caigo en la cuenta que el siguiente tren no tardará en llegar y eso se llenará de gente de nuevo. Tomo las escaleras mecánicas y me voy despidiendo de todo eso aun con el remordimiento y con una enorme tristeza.
Llego a la calle y me pongo en marcha. Tengo que caminar 20 metros y girar tomando una avenida en donde tantas veces hemos coincidido caminando uno al lado del otro... 200m más adelante es donde nos separábamos, y sé que cuando llegue a ese punto será el fin de la historia. Temo a la reacción que pueda tener... Una vez giro y tomo esa avenida sucede un hecho inesperado...
Ahí al fondo, sentada en un banco está "la chica del tren" clavándome la mirada. Me quedo petrificado. Tengo la reacción de salir corriendo, pero mis músculos no responden. Dejo de sentir frío por momentos... En ese trayecto mi mente había procesado todo tipo de información, pero en ningún momento se me había ocurrido que podría llegar a pasar una cosa así. La variable, tan sencilla, de que ella podría esperarme en la estación sabiendo que siempre me bajo ahí no la había tenido en cuenta... Si la hubiera tenido en cuenta como una respuesta a si me aceptaba o no, me hubiera rajado seguro.
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NO