Cuando empecé a beber a los quince sí, porque aún no tenía la cabeza formada. Ahora, además de que mi cuerpo, no sé por qué, lo tolera fatal, por mucho que beba no consigo desinhibir nada, aunque vaya tambaleándome. Los pensamientos se han hecho fuertes en mi coco, han puesto barricadas y trincheras. Y encima las resacas, qué desastre.