El afán de protagonismo
Cualquier persona debe ser la protagonista única e irrepetible de su propia historia. Es decir, se trata de un sentido de protagonismo visto en términos positivos en tanto que debes hacer uso de tu libertad y escuchar los deseos de tu corazón para realizar todo aquello que de verdad deseas. Pero el afán de protagonismo también puede tornarse en una realidad negativa de tu carácter que puede llegar a darte más de un problema en tu rutina cotidiana y también, puede llegar a alejarte de los demás.
Siempre debes tener claro cuál es tu lugar. Por ejemplo, en el trabajo no puedes actuar como un jefe cuando no lo eres. Del mismo modo, cuando asistes a una clase nueva sobre un curso que te interesa no puedes corregir constantemente al profesor y querer ilustrar a los demás con tu sabiduría. Cada actitud debe darse y producirse en un contexto determinado, pero en el fondo, el afán de protagonismo muestra grandes carencias afectivas y un deseo importante de recibir cariño y atención por parte del entorno.
Es decir, aquel que tiene un excesivo afán de protagonismo pretende, sencillamente, llamar la atención de los demás, tal vez porque no sabe poner en práctica la amistad de otro modo.
Uno de los mayores errores de esta cualidad del carácter es precisamente el de monopolizar los temas de conversación en un plan de grupo. En una relación de amistad basada en la reciprocidad debes preocuparte e interesarte por los asuntos de tu amigo y saber qué tal le van las cosas.
A veces, hay personas que se convierten en protagonistas de una forma sencilla y natural, sencillamente, porque tienen un gran carisma o una personalidad fuerte por lo que su presencia en el seno de un grupo se nota mucho de forma positiva. Hay personas que dejan huella allí por donde pasan.