Empecé a notarlo alrededor de los 9 o 10 años. Era un niño muy tímido, tanto que no me atrevía a decirle al profesor que necesitaba ir al baño, así que mi última cagada en los pantalones fue a los 9 años. No diría que ese hecho fuera el detonante, sino mera consecuencia del problema, pero el caso es que por aquella época empecé a sufrir en el patio de recreo. La media hora de recreo era mi peor pesadilla. Mientras todos hablaban y jugaban yo, sin amigos, intentaba pasar desapercibido, evitar que notaran que estaba solo y angustiado. Para ello iba varias veces a orinar o me encerraba en algún baño. También me leía todos los papeles, sin interés ninguno para mí, que los curas colocaban en las cristaleras de acceso a las aulas. Muchas veces me escondía en los pasillos interiores de la parte antigua del colegio y allí coincidía con el otro raro del colegio que se escondía como yo. Supongo que él también se daba cuenta que eramos dos "semejantes" perdidos en el mismo océano de angustia y malestar, pero jamás cruzamos palabra alguna. Nos daba vergüenza, claro. Aquella situación, aparejada al negro clima mental que comportaba, duró varios años, hasta que terminé el Bachillerato. Todo siguió luego por parecidos derroteros, sin amigos, siempre solo. Hace muchos años de aquello, pero sigo solo. Con los años he logrado amortiguar el efecto de la fobia, pero no ha desaparecido, en absoluto. Mis teléfonos nunca suenan, y las nueve últimas navidades las he pasado solo. Nunca supe que me pasaba hasta que hace dos meses una locutora de la tele me lo descubrió en un telediario un domingo a mediodía: soy fóbico social.