Gracias por el enlace y la información.
Me visto retratada una buena parte de mi infancia y adolescencia.
Sigilo, me pasaba como a ti. Por suerte, he llegado al pacto conmigo mismo de no decir nada si no siento que pueda tener algún interés o sentido. Prefiero quedar de extraño y silencioso (que además a algunas personas les genera una especie de curiosidad, como si nos envolviera un cierto aura de misterio
), antes que forzarme a hablar sin ganas, y soltar cualquier parida que me haga sentir ridículo. O, en el otro extremo: soltar un rollo que a nadie le interesa, y que me tengan decir: "jo, qué pesao", "cállate ya", ...
Y es que también tuve una época de verborrea compulsiva, donde hablaba sin ton, ni son, intentando emular la charla informal de los demás, con las consecuencias ya citadas.