Eres el resultado de ti mismo. Nunca culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni nadie, porque tú has hecho tu vida.
Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar corrigiéndote.
A veces, el triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas del error. Si puedes evitar algunos mejor.
Nunca te quejes de tu ambiente o de los que te rodea, hay quienes en tu mismo ambiente superior vencer.
Las circunstancias son buenas o malas según la voluntad y la fortaleza de tu corazón.
Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para triunfar.
No te quejes por tu pobreza o por tu salud, o por tu ¿suerte?: Enfréntalas con valor y acepta que de una u otra manera, es el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar.
No te quejes por la falta de dinero porque abunda en muchas partes.
No te amargues con tus propios fracasos ni se los cargues a otros, acepta ahora. O siempre seguirás justificándote como un niño.
Recuerda que. Cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan malo para fracasar..... empieza ahora mismo.
Deja de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu tristeza, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso. Tu decidiste construirte de esa manera.
Si tu aprendes a hacer nuevamente desde el dolor, a ser más grande que el más grande de los obstáculos, dentro de ti encontraras un hombre que todo lo puede hacer.
La causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro será tu presente.
Prende de los fuertes, de los activos, de los audaces, imita a los valientes, a los energéticos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones imposibles, a quienes no les atrae las cosas fáciles y a cambio aceptan el reto de lo exigente pero realizable; a quienes vencieron a pesar de todo.
Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin aliento morirán.
Mírate en tu espejo, comienza a ser sincero contigo mismo, reconócete por tu valor y por tu voluntad y no por tu debilidad para justificarte.
Conociéndote a ti mismo serás libre, fuerte y dejaras de ser títere de las circunstancias.
Porque tú mismo eres el conductor de tu destino y nadie puede sustituirte.
¡Levántate! Mira la mañana llena de luz y de fuerza, respira esa luz del amanecer. Tu eres parte de la fuerza de tu vida. ¡Despiértate, camina, muévete, lucha, decídete! Y triunfarás en la vida.