Buenas tardes.
Soy nueva en el foro y creo que me debo a mí misma contar mi historia desde el principio. Tengo veintitrés años y la mayoría del tiempo me siento cansada de todo como si tuviera sesenta. Creo que estos últimos dos años he sufrido más golpes juntos que nunca. Verán, siempre fui una persona introvertida, acomplejada por su aspecto físico pero eventualmente, al crecer, dejé de preocuparme. La última vez que me pesé estaba en mi peso ideal y eso es porque he bajado a un ritmo alarmante. Me hice los exámenes correspondientes para descartar enfermedades que corren en mi familia y no es una causa física lo que me tiene así: es depresión.
Además de introvertida, del tipo que todos confunden con arrogante, me vi molestada en todos mis años escolares por ser siempre la primera de la clase. Era algo que no podía evitar, que todavía no puedo evitar, ser perfeccionista. La cuestión es que creo que nunca me comporté como si fuera algo más que alguien, al contrario, suelo ser del tipo de gente que ayuda a los demás y luego recibe la puñalada en la espalda porque a los otros no les interesa ayudarte a ti. En fin, mucha gente me llegó a decir en mi cara (incluidos adultos) que me deseaban lo peor a mí y a mi familia.
Hace dos años, cuando terminé el penúltimo semestre en la facultad regresé a casa para vacaciones. Mi papá falleció a los pocos días en un accidente de tráfico y fue lo más difícil que tuve que pasar nunca. El verano se me fue en llorar y me quitó las ganas de regresar a terminar mi carrera, pero al final lo hice porque me quedaba un semestre. La única forma que sabía para no tener que lidiar con pasármela llorando todo el día era quedarme exhausta, así que me puse de meta terminar con el promedio más alto (iba encaminada para entonces), pasar mi examen de egreso con honores, terminar un proyecto de investigación muy largo y encima hacer una especie de pasantía en gobierno. No sé todavía como lo logré porque caía dormida a las ocho de la noche y me despertaba a la una a seguir con tareas y demás. En la mañana era un baño y a comenzar todo de nuevo.
El caso es que me gradué y cumplí todas mis metas. ¿Perfecto, no? Pues no. Creo que puse en espera el dolor de lo de mi padre y fue peor salir y encontrarme con que no hay oportunidades para los que recién egresan, ni siquiera si eres primero de tu clase. Tenía pensada una admisión en julio en maestría, pero al final no aparecí en la lista definitiva y esa oportunidad se fue. Después de eso fue rechazo y rechazo y rechazo (para mí es muy difícil lidiar con esto) hasta que conseguí un trabajo que pensé que iba a durar. Nada. En tres meses se acabó y ahora me levanto todos los días a una rutina que odio pero que no encuentro fuerzas para cambiar. Me siento atrasada, viendo como la mayoría de mis amigos se establecieron ya y yo sigo en el limbo. Estoy decepcionada de todo y especialmente de mí misma por no poder salir de la depresión. Afuera todo mundo me ve y cree que soy esta persona fuerte y lista pero la verdad es que si mi padre me viera, me daría una regañada de aquellas... la depresión no iba con él; ni siquiera existía.