Dicen que es mejor estar solo que mal acompañado, pero, sobre la marcha resulta que es mejor estar mal compañado que solo.
Me caga el día la felicidad ajena. No me siento particularmente culpable. Me duele la felicidad ajena tanto como a un diabético le dolería ver a los demás hastiados de azúcar. ¡Hey!, al menos lo admito. Me ha tomado tiempo aceptarlo sin sentirme en conflicto con lo que es moralmente aceptado en esta época, pero más que un ser racional, soy un ser emocional. ¡"Gente normal" -matones tontos socialmente aceptados-, muéranse hijos de ****!
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