¡Confianza!
No hay un cómo, hay una actitud me parece. Confiar a mí se me hace como sentir esperanza
hacia el otro, una esperanza expansiva y no anhelante. No quiero una condescendencia lastimosa cuando me relaciono con alguien, quisiera no esperar del otro, sino transmitir la esperanza que siento hacia mis semejantes y que vibre y resuene en la otra persona, y así se confirme y refuerze en ambos ese sentimiento de que, hasta cierto punto, compartimos iguales preocupaciones, miedos, anhelos, esperanzas; y que todo eso que compartimos, más allá de gustos y preferencias cotidianas, de deseos personales y más o menos egoístas, son más bien esperanzas y precupaciones básicas, de
fondo, comunes. Confianza como identificación, como unidad de almas, llámalo así
Creo que allí donde hay confianza hay sinceridad, y por lo tanto no cabe la mentira. No hay doblez, y antes que engañar prefieres romper totalmente el vínculo con esa persona.
Todo esto, claro está, es lo que de algún modo creo... pero precisamente me parece que casi todos los que por aquí pululamos nos hemos bloqueado y encallado en algún punto de esa confianza que supone ir de uno mismo al otro sin arneses ni cuerdas, en vuelo libre, como en un salto de fe sincera hacia el prójimo... no sé.