Así, a bote pronto, que acudan a mi memoria:
Con el innominado protagonista de Sult (Hambre), apasionado y errabundo y prófugo forzoso del clima social que anida en la indigencia y cuya mente opera a un ritmo enajenado, entre delirios, penurias y una soledad recrudecida.
Con Ferdinand Bardamu, nómada por designio, derrelicto de mirada ácida y una tristeza espejada en todos los recodos y pueblos, azorado por la abrasión existencial.
Con Harry Haller. No me parece necesario argumentar por qué.
Con Sal Paradise (sobrenombre literario para el hiperreal Neal Cassady) por su estado de casi perpetua excitación, su candorosa inocencia de niño que arremete sin credo ni mesura.
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