Tenía un plan pésimo, empezando el año con el tobillo vendado, pero después de las uvas apareció mi ángel de la guarda (un amigo que trabaja en el extranjero). Nos hartamos de copas en su casa y me enseñó bailes regionales ingleses, o eso creo.
Con el tobillo jodido no se puede pedir más, fue un detallazo por su parte, aunque ahora noto la resaca en el tobillo y creo que pasaré la semana caminando a la pata coja.
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