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Cambiante:
1) Desde jardín de niños hasta segundo de primaria (que esos cuatro años los pasé en escuela mixta), fui bastante todo lo contrario de lo que soy: si no extrovertido, apenas tímido, con muchísimo carisma, tanto que -créase o no- era la clase de individuo a quien l@s demás buscan, e incluso había niñas que literalmente en mis propias naríces se revolcaron en pelea en el suelo para decidir "quién se quedaba conmigo". Mi conducta aparentaba ser perfecta, siempre sacaba 10, pero digo "aparentaba", porque lo que nadie supo, fue que en segundo de primaria elegí a un pequeño (muy bajito quiero decir) compañero de nuevo ingreso para atormentarlo al grado de disfrutar viéndolo llorar (yo era muy alto entonces). También recuerdo una sola ocasión que hice lo que nunca más: agarrarme a golpes con un "amigo" con el que tuve un disgusto, por lo cual fuimos llevados ambos a la dirección, pero creo que no pasó a mayores, aunque no recuerdo cómo me libré de esa.
En cuanto a lo académico, pues yo entré ya sabiendo las letras y algo de lectura, los números y sumas y restas, porque una tía que era hermana de mi abuela me enseñó todo eso, y desde ese tiempo y hasta el final, siempre fui de los de 9 y 10 de promedio.
2) A partir de tercero de primaria ingresé a una escuela de hombres únicamente, y al menos al principio continué siendo muy carismático y espontáneo, muy hablador, pero ni muy valiente ni muy cobarde, si bien recuerdo que entonces todavía tenía el valor de declamar algún discurso ensayado al frente de grupos numerosos (hasta 55 alumnos). Hacia quinto y sexto de primaria, fue el tiempo que más sueños y ambiciones tuve. En cuanto a mis notas, continuaron igual, y mi conducta casi impecable; de nuevo casi, porque en cuarto de primaria volví a tener a un acosado bajo mi yugo, aunque yo mismo por alguna razón comprendí que le causaba mal y lo dejé en paz, y hasta nos hicimos "amigos" hasta el final de la primaria.
Pero fue en sexto de primaria cuando comenzó mi lenta y -primero silenciosa- caída. Me empezaron a molestar más, mi madre comenzó a meter su cuchara en la sopa dizque para que sancionaran a mis compañeros, lo cual sólo empezó a generar y a acrecentar la antipatía en mi contra.
3) En primero de secundaria la tendencia de sexto de primaria continuó, y comencé a pasar periodos relativamente largos sin "amigos", o sea, en las horas de recreo deambulaba yo solo viendo quién me "aceptaba", o en otros casos, buscando dónde ocultarme para que no me estuvieran acosando. Continué sacando muy buenas calificaciones, y mi conducta se volvió enfermizamente impecable, a nivel de perfeccionismo ridículo, más a raíz de que mi último "acto de indisciplina" fue ser sorprendido arrojando puntillas de lápiz a otros compañeros (que estaban haciendo lo mismo), y puesto que esa maestra me quitó dos décimas de punto por esa "falta", mi madre se puso como fiera y casi me mata por mi "grave pecado", de modo que quedé tan asustado y amedrentado por ella que me convertí en aquel que no rompe un plato... por el resto de la eternidad. (En realidad creo que ese evento influyó muchísimo en mi incipiente fobia social, puesto que eso me quitó parte de mi espontaneidad; es que mi madre siempre ha tenido un carácter especialmente difícil.)
4)En segundo de secundaria comencé a recibir apodos denigrantes como "monstruo", a la vez que no me bajaban de gay, y fue ese año cuando comencé a saber lo que era el bullying en todo su esplendor, a saber lo que era tener pánico por entrar a alguna clase en particular por el hostigamiento que recibiría por parte de los idiotas que se sentaban junto a mí o que les asignaban trabajar en los mismos equipos de laboratorio que yo.
Fue entonces cuando comencé a sufrir el revés psicológico, y en vez de continuar madurando debidamente, retorné a una fase más infantil, creando mi propio mundo imaginario para refugiarme de la pesadilla, pues no solamente era pesadilla en la escuela, sino que también con la "familia".
5) En tercero de secundaria todo explotó. Todos los días a todas horas fue un constante estado de ansiedad y rabia, deseos de venganza que nunca se materializaron y mucha gastritis por el acoso que sufría. Y mi madre todo el tiempo quejándose con profesores y directivos empeoraba la situación, pues era como cortar un tumor pero dejando una parte del mismo, que al poco tiempo regresaba con más fuerza. Primero de prepa no fue distinto. Y sin embargo, a pesar de tanta presión y del desgaste moral que estaba sufriendo, mis calificaciones continuaron siendo de las mejores.
6) En segundo de preparatoria mi escuela se volvió mixta, y siempre he atribuido a que la sola presencia de las únicas 5 mujeres que estuvieron en mi grupo de ese año (contra 48 hombres que éramos) sirvió para mitigar el acoso sobre mí, pues ese año hasta puedo decir que la pasé "bien", luego de que los cuatro anteriores fueron horrendos. A pesar de eso, el daño ya estaba hecho, yo ya era demasiado introvertido, y encima, me había estancado en una mentalidad sumamente infantil.
7) Como quisiera la suerte, para compensar mi "bienestar" del año previo, en el que habría de ser mi último año de prepa me colocaron en un grupo que -pareció a propósito- reunió a los peores vándalos de mi generación y los que peor me habían tratado anteriormente. Para colmo, como la escuela apenas tenía pocas mujeres, en ese grupo no quedó ninguna. El resultado fue contundente: cinco semanas de iniciado el curso y yo, aun sosteniendo mis calificaciones, si ya no de 10, de 9, me di de baja. La presión del acoso me rebasó.
Y en adelante solo caí y caí, pues aunque al año siguiente regresé a terminar la prepa (y me fue muy bien, hice amistades -temporales, claro- y de nuevo obtuve 10 en casi todo), no volví a tener la resistencia que solía tener antes. Fue así como ya en la universidad deserté una y otra y otra vez hasta que la dejé por completo...
Ups... qué post tan largo me quedó. No me di cuenta hasta que acabé.
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