¡Qué casualidad! Cumples años el mismo día que mi padre. Aunque él cumplió 81. ¡Alucina!
En cuanto a los míos, el último fué a finales de junio. Nunca les presto atención. De niño sí, claro, porque me regalaban juguetes, pero de mayor los juguetes me los compro yo mismo, y la fiesta deja de tener sentido.
Supongo que hace siglos, con una esperanza de vida que no pasaba de la treintena, tenía sentido celebrar el mérito de seguir vivo un año más, pero hoy...
Prefiero no pensar en mis cumpleaños, porque no se si ponerme triste por estar más cerca de la tumba
o ponerme depresivo porque siga estando tan lejos.