El consumo de cannabis se ha asociado en repetidas ocasiones con un aumento en el riesgo de sufrir brotes psicóticos, depresión o trastornos respiratorios. A la lista podrían sumarse ahora los problemas dentales. Según una investigación neozelandesa, fumar esta sustancia -al igual que tabaco- incrementa las posibilidades de padecer una enfermedad periodontal.
La acción de las bacterias en los dientes produce, en muchas ocasiones, una inflamación de las encías, que, generalmente, puede tratarse siguiendo una higiene bucodental adecuada. Sin embargo, si el trastorno progresa (periodontitis), puede llegar a dañar los tejidos blandos y los huesos que sostienen los dientes provocando, incluso, su caída.
Aunque se considera que la acumulación de placa bacteriana es la principal responsable de este trastorno, se sabía que algunos factores, como el consumo de tabaco, también contribuyen a su evolución.
Precisamente para destapar algún otro hábito implicado, iniciaron su trabajo este grupo de investigadores dirigidos por W. Murray Thomsonde la Dunedin School of Medicine (Nueva Zelanda).
"La inhalación profunda, el contacto prolongado y el tiempo de absorción ligado al consumo de cannabis nos sugerían que esta sustancia también podría ser un candidato probable", explican los autores en su trabajo, publicado en el último número de la revista 'The Journal of the American Medical Association' ('JAMA').
Para llevar a cabo su investigación, realizaron un seguimiento a algo más de 900 individuos nacidos entre 1972 y 1973 durante aproximadamente tres décadas. Entre otras variables, estos expertos examinaron periódicamente el estado de la salud dental de los participantes y evaluaron el grado de consumo de cannabis de cada uno de ellos. Así, cada persona fue asignada a un determinado grupo: no consumidores, consumidores ocasionales o consumidores frecuentes.
Además, también se tuvo en cuenta su nivel socioeconómico y la asiduidad con la que visitaban al dentista. Un 20% del grupo fue clasificado como consumidor habitual.
Los resultados de su trabajo mostraron que el consumo de cannabis se asociaba fuertemente con la prevalencia e incidencia de una enfermedad periodontal. Esta relación era directa e independiente del consumo de tabaco.
Los investigadores aclaran que "el método usual de fumar cannabis en Nueva Zelanda es no mezclarlo con tabaco", lo que les ha permitido analizar el efecto de ambos hábitos de forma separada, ya que algunos participantes consumían habitualmente una sustancia y no la otra.
Por otra parte, el consumo de tabaco también se mostró como un importante factor de riesgo para padecer un problema en las encías.
En sus conclusiones, los investigadores remarcan que quienes más cannabis consumían tenían un riesgo mucho más alto [la probabilidad era dos veces superior] de presentar signos de un trastorno periodontal grave. "La extensión y la gravedad de la enfermedad era significativamente mayor", explican los autores en su estudio, quienes también destacan que esta relación se producía, en todos los casos, en personas jóvenes (ninguno de los participantes tenía más de 35 años).
El dato de la edad es muy relevante, según aclara Philippe Hujoel, experto de la Universidad de Washington (EEUU) en un editorial que acompaña a este trabajo en 'JAMA': "En la segunda mitad del siglo XX, la periodontitis se consideró un trastorno que se producía después de los 35 años, causado principalmente por la placa dental y sin relación directa con los hábitos de vida. (...) Estos hallazgos nuevos tienen el potencial de ayudar a eliminar algunos de estas creencias establecidas y comprender la etiología del trastorno".
Hujoel, que reclama nuevas investigaciones en otras poblaciones que confirmen los resultados obtenidos por el equipo de Thompson y avancen en los mecanismos de esta asociación, destaca que dado que el tabaquismo y los malos hábitos alimentarios parecen conducir tanto al desarrollo de enfermedades periodontales, como de problemas crónicos como la diabetes, es necesario establecer métodos adecuados de prevención.
"Los dentistas tienen la oportunidad de detectar signos clínicos tempranos de unos hábitos de vida poco saludables, por lo que pueden actuar, junto a los médicos de atención primaria ante el desafío de enfrentarse a muchas enfermedades", concluye.