Clara tenía un algo quijotesco, siempre había tenido la sensación de que los humanos en esencia eran como luces, pero no pertenecían a este lugar, sino que alguien los había metido a la fuerza en este mundo, conteniéndolos, como intentando meter algo muy grande en algo muy pequeño. Y aquí en este mundo nos manifestamos de manera que tratamos de asemejarnos a lo que realmente somos, pero nunca llegamos a ser así. Y al meternos en este mundo, no a todos nos metieron bien, pero la esencia está por ahí en alguna parte inmaculada. Y no era la única, algo así dicen más o menos muchas religiones y creencias.
En realidad, no siempre había tenido esa sensación, se le había ido formando con los años, cuando día tras día de enfrentarse a la naturaleza humana llegaba a su casa y abría un libro, escrito o por escribir, encendía una canción, veía una película… disfrutaba de una historia, pero ella ya no recordaba su niñez. En sus fantasías, en el mundo en el que ella no sentía tanto dolor, habitaban muchos más que conocidos tuviese en ese mundo que todos llamaban real, conocidos que la hacían sentir que conectaba completamente con ellos y compartía sus pensamientos y sentimientos, con los que dialogaba en silencio y a los que veía y tocaba en sueños. Muchas más relaciones y mucho más satisfactorias que cualquiera que tuviese en la realidad.
Día tras día llegaba a casa cansada y día tras día ahí estaban sus compañeros esperándola, todos los compañeros que ella había tenido, el dolor disminuía cuando ella retrocedía en parte a su niñez y la calidez de su imaginación la rodeaba. El problema es, que un mundo falso nunca satisface realmente y cuanto más te entregas a él, más duele al regresar la realidad el ver que no estabas en ella… y ese dolor más induce a meterse en la fantasía. Pero por otra parte, algún resorte de la cabeza se niega a perder completamente el contacto con la realidad y no permite disfrutar plenamente de una fantasía, no permite imaginar cosas que sean completamente absurdas.
Si creyésemos en un Universo dual, tendríamos que decir que no son pocas las almas atrapadas en un mundo que les es extraño y que quieren regresar a casa. Y como esto es un cuento, Clara encontró dentro del mundo con alta definición a otra alma errante que si bien no creía pertenecer al mismo Universo que ella, al menos, tenía claro que tampoco pertenecía a este.
Tratar de vivir juntos en un mundo distinto no es fácil, porque con el amor de verdad se siente que todo se puede y la naturaleza pide que intentes crear ese mundo a partir del actual y no vivir en una fantasía. Tal vez pienses que es feo llamar amor a esa mentira, pero… Ah, la predictibilidad… Es extraño, a veces somos capaces de predecir perfectamente lo que va a hacer alguien en 5 minutos, pero por más que ponemos fuerza en ello, no somos capaces de leer lo que tiene en la cabeza, entendemos el funcionamiento como el de un interruptor o alguien de una tribu que solo sabe que si el cielo está negro va a llover, en cambio con otras personas no somos capaces de saber lo que va a hacer nada bien, pero podemos leer, sentir y casi tocar cada hilo de su pensamiento en ese momento.
Es un baile armonioso y patoso al mismo tiempo el de dos personas que desean unirse y formar algo común, pero cuando se trata de individuos intentando desnudarse al punto de abandonar este mundo y mostrar una esencia, es un baile peligroso. Así, nuestros protagonistas, Clara y Sinombre, trataron incluso de fundirse mirándose a los ojos.
Es incomprensible por intenso el milagro de la vida, pues del poderoso fuego invisible de esa unión parece que alguien extrajo poder para traer otra almita a este mundo, sentían los fantasiosos amantes al volver cansados y oxidados del trabajo, a una fantasía que rozaba menos con la realidad gracias al lubricante. Y esa almita creció en un huevo formado por la ternura aportada por sus padres, imitando a sus padres, cuyas mentes realmente estaban en otro mundo, desde pequeño fue aficionado a la lectura… hasta que la realidad le reventó a palizas, se sintió entonces odioso de que el mundo fuese distinto a lo que había aprendido en casa, trató arduamente de convertirlo en lo que debía ser… pero nadie más había sentido la dicha de la misma burbuja que él y la lucha lo fue secando más y más cuanto más se esforzaba, hasta que su alma para descansar comenzó a imaginar primero como sería cuando al fin ganaría, después simplemente a imaginar. Y entonces, cuando ya estaba hecho popó, un día conoció a…