Estoy de acuerdo con MiquelIzquierdo.
A mi me ocurre generalmente con gente o en ambientes muy informales (bueno y también formales pero menos
).
Esto ocurre porque nos ponemos en defensiva, de manera instintiva casi, intentando controlar un peligro que en realidad no existe.
La teoría es no pretender deslumbrar a nadie con nuestro ingenio, ni hundirnos por lo ingeniosos que son los demás porque el ingenio, en realidad, no es habitual en las conversaciones.
Lo habitual es meter la pata, continuamente además, así que cuando nosotros lo hacemos lo mejor es reírse de ello (internamente, o si se da con la persona con la que hablas), no darle importancia.
Además tampoco hay que obsesionarse con tener que hablar, la mayoría de las veces no es necesario
Pero lo comprendo totalmente, yo lo sufro también y la práctica de esta teoría desgasta mi energía, me deja sin fuerzas para seguir practicando.
Un saludo.