¡Atención! A continuación se relatan hechos que acaecen en el film
The Dark Knight Rises. Si no has visto la película y no quieres leer algo que te la destripe, ya es tarde porque seguirás leyendo…
Tras visionar la decepcionante y soporífera
The Dark Knight Rises, me ha venido a la cabeza una reflexión básica sobre el tema del suicidio, lo cual, por lo menos, amortiguará mi sensación de haber tirado el dinero. La pregunta que uno traslada es, ¿les parece la decisión, y la consecuente conducta, del súper-héroe cobarde?
Batman decide sacrificarse por sus conciudadanos, pese al fatal destino que le aguarda. Podríamos encajar su acto como un suicidio altruista. Empero, como bien lo definió y describió, el sociólogo francés
Émile Durkheim éste, bien tamizado por una muestra de generosidad inconmensurable, encierra una realidad menos bella: la de un sujeto con una baja autoestima, cuya decisión se fundamenta en creer o ser consciente de su poca relevancia en la sociedad donde se inserta. Acaba mirándose al espejo y viendo a una especie de “parásito social”. No encaja porque, seguramente, tenía primacía, un rol importantísimo a cubrir que, dadas las circunstancias actuales, está desdibujado. Quienes hayan acudido al cine o leído las historias del murciélago enmascarado entenderán esta parte porque describe bien al personaje.
Por otro lado, la filantropía de Batman no es del todo desinteresada, como cabría esperar, sino también obedece a considerar un infierno su propia vida. Ajado, incomunicado, vituperado por los que anteayer le elogiaban, se encuentra también en un momento crítico de su existencia al no ser capaz de superar la pérdida de la mujer a quien amaba. Todo el relato, más allá de fuegos de artificio y acción desenfrenada, parece describirnos a un hombre en pleno proceso de decadencia con una fuerte tendencia autodestructiva. Para él el suicidio es una necesidad y se vale de su condición de “Guardián de Gotham” para alcanzar la liberación a todos sus males. Difícil convencer al espectador, medianamente crítico, que Batman tiene interés y amor reverencial por la gente a quien ha salvado en tantas ocasiones. Casi parece cumplir con el expediente como el funcionario tedioso de la rutina vivida en su oficina.
Alfred:
“¿A dónde va, señor?”;
Batman:
“A lo de siempre. He visto la Bat-señal, me requieren otra vez para sacar a esta mugrienta ciudad de un chiflado, el cual no ha encontrado ninguna más fácil de ocupar y dominar en poco tiempo. ¡Qué coñazo!, ¡Y eso que no estoy casado ni tengo hijos!”
Repito la pregunta, ¿consideran a Batman un cobarde por elegir no vivir, pese a todas los matices necesariamente subrayables, o, por el contrario, es un héroe bravo que cumplió con su deber? Los más fundamentalistas anti-suicidio (es decir, enemigos de la Libertad) condenarán al millonario enmascarado sin ningún ápice a la duda por mantener la coherencia. De no ser así, la sorpresa para el que suscribe sería mayúscula O no, la doblez está inscrita en nuestros genes
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